miércoles, 8 de septiembre de 2010

Un Cheng yu


Nuestro primer televisor a colores llegó a casa en el año 82. Era un Sony Trinitron japonés que mi padre tuvo que “desaduanar” en el puerto del Callao. Su ilusión, y la de mi hermano mayor, era ver el Mundial “España 82”; la de mi hermano menor, ver a Dan Moroboshi convertirse en “Ultrasiete” y la mía, ver “Disco Club”.
“Disco Club” era un programa de video clips transmitido por Canal 7 (ENRAD), algo así como un MTV “de sabor nacional” y referencia obligada del buen rock de los 80’s.. Eran treinta minutos diarios con ídolos de entonces: Queen, Dire Straits, Bruce Springsteen, Billy Joel, Blondie, Men at work y tantos otros.
El programa dirigido por Gerardo Manuel, de los pocos que se emitían a color, era disfrutado en todo su esplendor sólo por quienes tenían un Quintrix de Nacional, un Toshiba Blackstripe o un Tatung Audiocolor… Ellos sacaban la lengua a todos los que tenían televisores B&N y mucho más a quienes se habían creído la “criollada” de comprar una lámina de acetato con franjas de colores que “transformaban su viejo B&N en uno a todo color”… (¡Te la hicieron, mamá, te la hicieron, ¿te acuerdas?)
Pero la historia relacionada con ese programa, viene de una paradoja convertida en cuento, el cual, por su título sonaría a “Cheng yu”. (Para mayores referencias, un “Cheng yu” es un dicho o proverbio chino que se explica a través de la narración de un cuento o anécdota.)
Este es mi Cheng yu:
“Canción triste, acontecimiento feliz”Un día, Moisés, mi amigo, artista y editor de uno de los periódicos clandestinos del salón, nos contó que ya tenía su tele a color.
“¡Invítame a tu casa!” - le pedían todos; pero él, sólo me llevó a mí y a otro compañero. Ese día, almorzamos, conversamos y a las 6 y media empezó la magia. Moisés encendió su Quintrix en canal 7… la poderosa descarga de guitarra de “Good night tonight” y en la pantalla de 14” apareció Gerardo Manuel diciendo: “¡Bienvenidos a Disco Club!” Estaba sobre un rudimentario montaje multicolor. Lo único negro en la pantalla, aparte de su casaca de cuero, era el pelo (que aún tenía) y sus bigotes a lo Bienvenido Granda.
Estaba feliz…”¡Qué bacán!” ¡Pucha, qué diferencia! ¡Gracias, amigo!” Pero lo mejor estaba por venir: GM anunció el primer video: ¡Era ‘lo último’ del cuarteto sueco ABBA! ¡No lo podía creerlo! “¡Yeeehhh…!” Literalmente salté de mi asiento y casi casi, boto la gaseosa y las galletitas “Crisp” que la mamá de mi amigo nos había traído.

Entonces empezaron los primeros acordes… el piano… una secuencia de de imágenes en blanco y negro… y, de pronto, la carita tristísima de Agnetha…“I don’t wanna talk… about the things we’ve gone through”. Era “Va todo a ganador”, la canción más triste y desgarradora de ABBA., la canción de la mujer rechazada, la que sirvió de banda sonora al final del grupo y al de sus matrimonios…

El video, fácil un “dorama” coreano de hoy, seguía con Agnetha contándonos su pena y su dolor, mientras su ex (Bjorn), Frida y Benny, se mataban risa y yo…¡también!... Continuaba con ella, caminando cabizbaja y meditabunda, mientras los demás tomaban y comían felices y yo… ¡también! Terminaba, con Agnetha cantando contrita, al borde del llanto mostrando a la cámara, su corazón destrozado, mientras los otros se jaraneaban de lo lindo y yo… ¡también!

“Canción triste, acontecimiento feliz.”

(N.del A. Úsese este “cheng yu” para explicar el efecto de ciertas canciones que, de tan tristes, nos hacer estallar de felicidad. O mejor: para aquellas, cual himnos al masoquismo, las buscamos a propósito, despechados de amor y pletóricos de un feliz fatalismo, queriéndonos “cortar las venas” con galletas “Field” ¡la auténtica soda!)

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