sábado, 27 de noviembre de 2010

Cosas del tío

Mi familia es pequeñita, a los que llamaba tíos, en su mayoría no lo eran; y, los pocos que sí lo eran, pues lo eran a medias… ¡Fea cosa, pero cierta! La hermana mayor de mi papá, mi tía Lola, era una mujer de porte señorial, delgada, bella todavía, muy fina y educada, de hablar pausada y siempre en diminutivo. Su casa, era un reflejo de su manera de ser; como decía mi madre, estaba hecha “un anís”; muy limpia y ordenada. Además, tenía la cantidad precisa de lámparas, adornos y muebles, siempre lo justo; esto obedecía, en cierta forma, una manera de ser de mi tía pues, aún cuando era una mujer con cierta holgura económica, su impronta era: Hay que tener lo necesario pero bueno. Una elegante minimalista era la tía… Recuerdo particularmente la cómoda de su comedor, un mueble de fina madera y muy elegante coronada por dos floreros de murano y, al medio, un fino reloj carrillón de mesa que cada hora regalaba una melodía, muy parecidas a las que por entonces se escuchaban en la fenecida Radio Reloj ("La hora y noticias, minuto a minuto, tic, tac, tic, tac..."). Este reloj tenía un encanto especial, ¡cuántas veces me sentí tentando a retroceder las agujas con el fin de escuchar nuevamente las tonadas! Pero, algo me detenía, y no era solo mi conciencia; ese ‘algo’ se llamaba Tomás, el perezoso y engreído angora de mi tía que dormía cerca de aparato al que nunca me permitió acercarme. Un gato guardián habías resultado ser, mi gordo y peludo Tomasito.

La tía Lola, tan refinada, estaba casada con su antítesis: El tío César, un hombre alegre, cunda, dicharachero, ex miembro de la Guardia Republicana, dueño de un vozarrón de camionero y lo peor, con verbo florido de antología… Al tío, yo no sabía si quererlo o no. En realidad, era un buen hombre después de todo, de esos que ser así, les sienta… Además, sé que quería mucho a mi madre y mi padre, que era mi filtro, lo aceptaba tal como era…

El tío vestía siempre impecable con termos y camisas, mandados a hacer a la medida. Aunque era audaz en los colores, esto también le iba bien pues hacía un buen contraste con su piel y además lo hacía lucir 'diferente', pues él era un "Villarán Betalleluz y no era como los otros". Otra cosa que distinguía al tío, era su auto: Un finísimo y ‘musculoso’ Buick, su adoración pintado 'ex profeso' de color oro viejo que hacía del vehículo “un carro de hombres y no de maricones”. El 'Buick' , al margen del color, era una belleza; tenía todos sus cromados, accesorios y aditamentos imaginables, ¡todos originales! Además contaba con asientos forrados en cuero y hasta tenía una radio que tocaba cartuchos musicales de 8 pistas. El tío César nunca escatimaba gastos cuando se trataba de su auto. Para él, era “su amante”, aunque en realidad, pudiera haber sido el hijo que nunca tuvo con mi tía. Quizás por eso, mantenerlo limpio, equipado y “sedita” era su obsesión…
En los días en que visitábamos a mi tía Lola, era ritual obligado, aparte de tener que ser olidos y reconocidos por Tomás, pasara por la ceremonia de reconocimiento del Buick. El tío siempre se las ingeniaba para mostrar algo nuevo, y de pasada para soltar ciertas expresiones a propósito del auto:“Mi carro es fino, así que si un cholo de eme… se lo quiere llevar no va a poder… ni arrancarlo va a poder… ja ja." Así empezaba otras de las rutinas de la visita: Las clásicas discusiones mías con el tío por sus frases racistas. Cómo no recordarlo diciendo a voz en cuello: “¿Por qué el ‘chino’ Velasco no mandó a fondear todos los serranos hijos de buena madre…'” o “¿Por qué los indios no se han quedado en su tierra y han venido a la capital para ensuciarla?” “Bala les metería a todos, car….” En realidad no entendía al tío, porque él, aun con su bigotito a lo Pedro Infante, era en realidad un Bolívar, ¡el verdadero!, aquel de rasgos finos y de piel color aceituna y de cabellos ensortijados; sin embargo yo, lleno del ímpetu de mis años mozos, cándido idealista, y queriendo ser ‘voz de los que no tienen voz’, me enfrascaba en largas e inútiles discusiones con él. Siempre perdía, pues mis argumentos eran torpes y además, porque solía perder la paciencia y renegaba. ¡No podía con sus risas, su sarcasmo y con la sarta de “ajos y cebollas” que soltaba!, menos aún, con las palmadas que a lo bruto me daba en la espalda mientras decía cosas que me enfurecían todavía más: “¡Bien buena gente eres…! ¡Un curita pareces, mier… ja ... ja! ¡Fanita, medio santito tu hijito, ah… ja ja ja ja….!

Lo que más me rebelaba eran las lisuras que soltaba el tío como si nada; en casa nunca las escuché y, si alguna vez, mi madre dijo una palabra poco altisonante, mi papá con una mirada, la reconvenía diciendo: “Eso te pasa, Fanny, y por estar ayudando y estando en la casa de gente ignorante… Esas cosas se pegan...” Por eso, es que aún ahora me cuesta soltar alguna, palabrota… y aún, a mis años, me choca también escucharlas… Hijo de mi padre soy pues, Narnette, vieja amiga.

Cerca del final del año 75 y a pesar del "toque de queda" impuesto por el nuevo régimen del gobierno militar, se organizó en casa en casa la fiesta de rigor por el cumpleaños de mi madre. Todo estaba preparado: En el garaje, las sillas ordenadas alrededor de la ‘pista de baile’, la sala limpia y dispuesta para los invitados y, en el jardín, dos mesas con fuentes llenas de comida criolla… Por mi parte, había colocado los parlantes estratégicamente y tenía el equipo de sonido preparado... Hasta había conectado de manera clandestina mi fiel grabadora Hitachi para hacer ‘mezclas’ con los discos de vinilo de la mis padres. Allí estaban los LP de La Sonora Matancera, los de Hugo Blanco, los de Freddy Roland, los de música mexicana, los criollos de "Los Morocuchos", "Los Bronces Criollos", de "La Peña del Dr. Peña" y, por último, el más reciente éxito tropical, un potpurrí de Rulli Rendo llamado “De Toque a toque” con su sugestiva carátula… En fin, todo estaba previsto y esperaba hacerla bien como DJ.

De pronto, sonó el timbre… “Anda, hijo. Abre.” –me pidió mi madre… “Tun, tun, tun” –empezaron a golpear el portón… “¿Por qué no esperaban? –Pensé y, ya me estaba empezando a molestar, cuando llegué a la puerta y la abrí…

Allí estaba el tío, con su terno impecable y su porte de galán de los 50’s, parado, con los brazos cruzados. Al costado, mi tía, sumisa, con una estola de piel en los hombros y al fondo, el majestuoso Buick… De pronto el tío, hizo un gesto con la cabeza, no me saludó, solo me sonrió y, con ojitos divertidos, dijo: “¿Aquí viven los cojudos de los Guzmán?”

Yo: “Sí, tío; pase…”
Hasta ahora te debes estar riendo en "el más allá". Porque a partir de ese día, gracias a ti, la historia fue y será “La anécdota” de nuestra modesta historia familiar.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Derramaba lisura que a su paso dejaba...

Profe, ¿de verdad que “La flor de la canela” era una lisurienta?” - dijo el niño. La pregunta me sobresaltó pues, además de ser hecha casi a boca de jarro, a la volada y en medio del patio; lo peor era que, quien me lo preguntaba, era un niño de mi clase… “¿Cómo?” – retruqué “¿Por qué lo dices? ¿Es que no viniste cuando hablamos de la canción?” ¿De dónde has sacado eso?

La verdad fue que me hizo dudar; el chico era de los empeñositos y, aunque yo creía haber hecho una investigación seria sobre “La flor de la canela” pues había encontrado referencias de la misma Chabuca acerca de doña Victoria Angulo; aún así, cabía la posibilidad de no haber sabido buscar bien y me quedé pensando… Mi alumno, sin embargo, me trajo rápido a la realidad cuando insistió: “No profe, yo sí lo escuché. Sí me acuerdo de lo que nos contó… pero es que mi amigo fulanito del “A” dice que era así... Él dice que su Miss se lo ha contado… Además, dice que su Miss sabe mucho de música criolla, porque su mamá es amiga de la tía de una vecina de Eva Ayllón y que eso lo leyó en una revista que está en su casa que es muy difícil de encontrar… ”. No quise escuchar más y lo interrumpí: “Bueno; dices que su Miss, la Profesora Meche, le ha dicho eso… Bueno, voy a buscar a la Miss para conversar, ¿está bien? De repente aprendo algo nuevo. Ya después en clase hablamos.”
Ese año, yo trabajaba con Mechita; para más datos y usando sus propias palabras, la Miss mejor ‘rankeada’ de casi toda la primaria y claro, la más profesora más ‘modesta’ del cole. Ella era conocida como “La perfecta”, la “Mechita que nunca se apaga”, la “Boquita de caramelo, cutis de seda”, “La del verbo florido”; “La dueña de la verdad”.
Pues bien, para no quedarme con la espinita, buqué a mi colega y le pregunté: “Oye, Mechita, ¿cómo es eso de que 'La Flor de la canela' era una lisurienta?" Entonces ella, dándome esa mirada de autosuficiencia y de vieja coleccionista del álbum “Lo sé todo” de Navarrete, me respondió sin inmutarse: “Cómo, amiguito, pues. ¿Es que no has escuchado? Si lo dice la misma letra de la canción… ¡Qué raro que tú que lees tanto (y aquí hizo énfasis en el ‘tú’) no te hayas dado cuenta! Mira, es cuando dice: ‘derramaba lisura que a su paso dejaba’; ¿te imaginas?; segurito que la ‘ciriaban’ mucho y ella, obvio, les decía su vida… Entiendes, ¿no?” Yo intenté decir algo: “Pero… es que eso no…” Sin embargo, era inútil pues ella, misma “reina y señora de la canción criolla”, añadió convencidísima su argumento definitivo: “Además era negra y del Rímac, ¡por eso!”
Dice el refrán, cree el ladrón que todos son de su condición… Así que, como Kiko del Chavo, me dije: ¡Pos, me doy! Además, alguna vez escuché a un profesor que solía decirnos que “la ignorancia es atrevida” y la verdad es que… ¡no se equivocaba!

Y tú, Mechita, por si aún quieres saber un poco más, revisa este link:

http://chabucadelima9decadas.blogspot.com/2010/06/de-la-flor-de-la-canela-1950.html

sábado, 20 de noviembre de 2010

Recuerdos pasado presentes

Parte I
Año 2009. USIL. Clases de “Coaching”. El teacher es un nikkei, buen orador y persuasivo cual vendedor de la “Expoferia de las Américas”, aunque más 'fashion', en su terno Pierre Cardin, nos habla de regresión, de hipnotismo y de la necesidad imperiosa de “romper la cadena de nuestros recuerdos pasado - presentes”, pues ellos son como lastres que nos hacen daño… ¡Sorry, sensei-san! Creo que fui buen alumno, pues mis recuerdos están muy presentes y son el ‘alimento’ de este blog. Lo cierto es que el pasado me persigue e irrumpe de pronto como cinematográficos “flashback”. Algunos, totalmente inesperados como el que tuve a propósito de un regalo… La cosa empezó más o menos así:

- Ella: “Toma… Lo tenía hace tiempo en mi bolsa… aprovecho ahora para dártelo… es un regalo… Como dices que tienes tu ‘lado femenino’ (ver post Nº 1)… Bueno… ahí está.

- Yo: “Ummm… ¿Cómo?.... Pero, esto es un arete.”

- Ella: Sí, el otro se perdió… y bueno…es de fantasía… tampoco alucines… ja ja

- Yo: “Esteee…”

-Ella: Es que no entiendes…ahora es tuyo…Mira, es la clave de Sol.”

- Yo: “Sí, pero… es que… yo…”

- Ella: “Es para tu dama… para tu ‘lado mujer’ y ya…¡Chau!”

- Yo: (Silencio).

Es de madrugada y el silencio se terminó (¡otra vez, Andrés!), ¡a las 3 de la mañana!!! ¿Por qué, mi estimada, tuviste que hacer que el pasado vuelva? Y tú, pasado; ¿por qué (maldición) tienes que volver justo a ESTA misma hora? Una vez, en una película, llamaban a las tres de la mañana como “la hora del demonio” ¡Cuánta razón tenían! ¡Son las tres y 10, estoy totalmente asaltado por mis ‘demonios’ y escribiendo!

Parte II

Hace muuuuuhos años, cuando aún celebraba mi ‘cumple’, recibí mi primer regalo como recién estrenado enamorado. Yo esperaba algo especial de parte de ella; no sé… digamos que un disco de 45’ o, al menos, un casete, “pirata, pero bien grabado” (“Chimbis” dirían las gemelas), sin esos cartoncitos con colores y letras huachafas que les ponían a veces.

En realidad, cuando chico, había tenido “mala suerte” con los regalos. Sin embargo, pensé que ahora que tenía enamorada, mi suerte podía cambiar. No había aprendido que ese asunto de los regalos es todo un problema; el cual, mi padre, sabio como siempre, hacía tiempo lo había solucionado, de manera práctica, con esta sencilla frase: “Yo no regalo para que nadie se preocupe por regalarme.” Y así, ‘san-se-acabó’… Pero, como estaba ‘in love’ de 6 meses, mi ilusión había renacido a pesar de la experiencias, sobre todo, con mi madrina…

Parte III

Para los niños, los regalos son una cosa seria. Los pequeños esperan que la gente cercana le dé algo. Que nadie se olvide... Como en mi caso, mi familia era más bien corta, aparte de los regalos de mis padres, pensaba que mis padrinos si o sí me tenían que hacer un presente. No contaba con la tacañería de mi madrina…

Mi madrina de bautizo era una señora medio loca y parlanchina a la que nunca entendí (Sorry, pero es la verdad). Además, yo sé que a ella, yo tampoco le caía muy en gracia como ahijado. El compadrazgo había sido unas de esas cosas que los grandes arreglan entre ellos que se parecen a las bodas por compromiso… Yo sentía que ella se sentía realmente obligada conmigo… Por eso hoy, tú ‘tranqui’, madrinita; sigue no más haciéndote pasar por mexicana allá en los United States donde vives ahora. Yo estoy bien.

Entonces fue mi madrina quien poco a poco y con mucho empeño, casi llegó a eclipsar mis ganas por recibir regalos. Recuerdo que cada vez que cumplía años, se aparecía en casa trayendo cualquier juguete baratito como un ‘Ludo’, sin embargo, la más de las veces, llegaba y, ni bien le abría la puerta, me miraba, soltaba una carcajada y luego, sus consabidas frases: “Hola ahijadito. Tu regalo…ummm… te lo debo, ¿ya?” o “Uy, ahijado… justo salía apurada y se me olvidó en la sala; la otra semana sin falta te lo traigo…” o, “Ay, ahijadito. No saludas. Interesado eres…. Ya, cambia de cara ¿ya? o “¿No me vas a dejar pasar… ¡ Qué renegón! ¡A quién habrás salido! Ya pues, ¿me dejas entrar? Que quiero comer mi torta… Ja ja ja…”

Parte III

Mayo de 1984, era un jueves y esperaba que el primer regalo de cumpleaños de mi chica. En verdad quise que fuera especial y así olvidar las decepciones de mi infancia. Obviamente, deseaba algo diferente al muñequito de peluche que me había dado la ‘Chinita’, como prenda de nuestro amor, en nuestro “primer mes”.

En fin, eran las 7 y 15 de la mañana y, ni bien llegaste al salón, me saludaste con un abrazo y, cosa rara, un beso apurado (no te gustaba mucho esas demostraciones pública de afecto). Te quedé mirando, fuiste a tu sitio y te sentaste… No me diste nada. Yo, me quedé callado y como te miraba ‘significativamente’, sonreíste diciendo: “Ya, ya…No me he olvidado; a la salida te lo doy”. ¡Qué tiempos aquellos en los que todavía podías adivinar todos mis pensamientos!

Pasó la mañana y, una vez que terminaron las clases, salimos del aula, llegamos a la puerta de la universidad y entonces me diste una cajita cuadrada bien envuelta en papel de regalo de flores anaranjadas… “¡Mi regalo! ¡Gracias!” - te dije emocionado. Pero, como estaba bien entrenado por mi madre, no podía abrirlo delante tuyo; lo tenía que hacer en casa. ¡Fue lo mejor!

Después que te dejé en tu casa, me fui a la mía. Ni bien llegué, subí corriendo las escaleras y me encerré en mi cuarto… Saqué con cuidado el papel… ¿Qué será?, ¿qué será…? –Me decía.

Han pasado 26 años y hasta ahora suena la melodía del “Tema de Laura” (¡La favorita de Ani!), en ese joyerito colorado que aún guardo… ¡Gracias, Chinita!

miércoles, 17 de noviembre de 2010

12 chicas

Por higiene mental, no suelo ver televisión. Ni siquiera tengo servcio de cable en casa. A consecuencia de eso, como dicen mis hijas, cuando se me courre encender la TV, sólo veo canales ‘misios’.

Hasta ahora no me arrepiento. Ha sido una decisión feliz pues, aparte de haber aprendido a encontrar algunas flores entre la tele basura nacional, también me ha servido para descubrir tesoros únicos como el que sucedió una noche de setiembre de 2007.

Eran algo así como las diez y tantos de la noche de un domingo cualquiera, cuando, para variar, me costaba concilar el sueño. Prendí mi televisor Phillips CRT de 14 pulgadas modelo 14PT3005/55 y sintonicé canal 17 (Pax TV ). Esperaba encontrar los conciertos de sirmpre con André Rieu, Kitaro o Luciano Pavarotti. Sin embargo, un nuevo sonido me sobresaltó. En la pantalla, en medio de una atmósfera azul, ocurrió un milagro en forma de unas jóvenes chinas tocando una melodía a todas luces tradicional pero con  arreglos conemporáneos. ¡No lo podía creer!

Hasta entonces mi experiencia con la música china se limitaba a algunas grabaciones de melodías folklóricas copiadas de discos y casetes, gracias a la generosidad del Hermano Guillermo Dañino, el gran sinólogo. Sin embargo, lo que se escuchaba por la TV era algo totalmente nuevo. La banda, formada por una docena de bellas chicas, no solo demostraba talento, sino que ofrecía una propuesta novedosa de fusión musical: Estas chicas hacían que la música china fuese “digerible” y atractiva para mis oídos occidentales; era la combinación perfecta entre lo tradicional, el new age, el pop, el funk, y el jazz, sin dejar de lado la esencia oriental. ¡Increíble!

Era algo único y cosa rara, estaba en la pantalla de mi tele y en señal abierta. Las muchachas, todas vestidas de negro, tocaban con maestría y elegancia una melodía maravillosa que transportaba a un bello jardín con puentes, rodeados de flores de ciruelo y estanques, donde nadaban plácidas unas carpas… Con el tiempo supe que esa melodía se llamaba “Spirit dance”. Ella marcó el inicio de una búsqueda que me hizo descubrir un universo muy particular de una banda llamada “12 Girls Band”….

Al principio, no me fue fácil encontrarla. Solo contaba con segmentos grabados con la cámara de mi celular desde la pantalla de la tele; pero estaba decidido y con mucho empeño, empecé mi búsqueda… Mire cien veces la pantallita del celular y creí ver un número 12, también la imagen de un abanico en el piso; ¡pero no estaba seguro! Lo que sí tenía claro era la palabra “Band”. Sin embargo, tras semanas de navegación por Internet, aún no tenía información fidedigna del grupo… Aún con lamotivación al tope, llegué a diversas bandas chinas del tipo “yue fang”, es decir, agrupaciones formadas por chicas, pero que no eran las que había visto… ¡Necesitaba ayuda!

Y la ayuda llegó, pero desde el Japón. Fue mi buena amiga Neko-Chan, quien como antaño, cuando me ayudaba a entender el japonés y las costumbres que veía en la serie Shogun, se convirtió en mi aliada en esta nueva aventura. Gracias a ella,descubrí que las chinitas se llamaban “12 Girls Band” y que eran muy populares en el Japón. Gracias a ella supe de Spirit Dance”, luego escuché “Mountains and rivers” y más tarde, a la alegres “Alamuhan” y “Freedom”. ¡Ah, Neko-Chan, tú siempre delicada y dedicada! Fueron semanas intensas con mensajes que iban y venían vía Hotmail; yo, con mis datos; ella con las melodías que yo guardaba como tesoros. Cierto día, en uno de de sus correos, llegó ‘No Word’, ¡fue increíble! Algo en esa melodía me ‘tocó’ de una manera particular… ¡más que ninguna otra!

Provisto de varios archivos mp3, quise dar un paso más. Había encontrado que parte de la magia y atractivo de las 12 Girls Band residía en sus interpretaciones en vivo. Decidí entonces buscar los videos. Por entonces, solo en páginas como VEOH TV, existían videos de las chicas en un formato y calidad que ni siquiera el emergente YOUTUBE podía ofrecer… Me inscribí y con paciencia empecé a recopilar los archivos… Fue así como sin proponérmelo, a través de VEOH, ‘conocí’ a los primeros fans de la banda; uno de ellos era una chica llamada “Florence”; bueno… al menos ese era su ‘nick.’ de usuario.

Florence resultó ser una chica danesa que compartía mi afición por las 12 GB. Su tema favorito era “Spirit Dance”, el cual, según escribió, era “una melodía luminosa que la llenaba de tranquilidad.” Ella me dio nuevas pistas para saber exactamente qué buscar y dónde encontrarlo. Así pude lograr lo increíble para entonces: Armar un video con 18 canciones, todas del concierto Miracle Live, el que había visto en la tele. Con los archivos y con la buena voluntad de mi amigo Gonzalo, armé mi primer y muy preciado DVD. ¡Las cosas resultaban mejor de lo que esperaba!

Los meses se sucediern y llegó el verano de 2008. La comunicación con Florence pasó de pronto de la música a temas más personales: Desde ‘Spirit Dance”, su “isla de tranquilidad”, representado por avatar en el que se veía una flor de loto en estanque, Florence me confesó que en su vida había varios conflictos que la atormentaban… Algunos estaban relacionados con sus estudios y otros, los que constituían quizá el origen de sus penas, estaban tenía que ver con su entorno. A pesar del idioma, la necesidad de desahogarse hizo que me confesara las tensas relaciones con su familia. Según lo que decía, nadie la entendía, todos la veían rara en su mundo de música exótica... Yo, para variar, me propuse ayudarla… Así, aparte de escribirle sobre las melodías, le escribía largos email en los que pretendía vanamente animarla: Eran email bien intencionados, escritos en tono paternalista, donde trataba de responder a sus interrogantes sobre la vida. Al principio, ella, muy educada, me agradecía y me contaba algunas cosas… pero poco a poco, se demoraba en responder, y volvía a lo mismo: Me pedía que no perdiera el contacto pero seguía en su propio discurso… Con los días, sus escritos se iban poniéndose más y más oscuros: “La vida se ha empeñado en rodearme de dolor, en llenarme de dudas, en alimentar mi resentimiento. Más que preguntas, necesito urgentemente respuestas… Pero, a nadie le importa que mis ojos lloren sangre oscura, a nadie le interesa que mi corazón no palpite ahogado por bajo el peso de la incertidumbre…” ¡Qué podía yo decirle!

Ingenuo, quise que la música actuara y envié a Florence varias canciones de las que me enviaba Neko. La chica solo se limitaba a darme gracias por mis “buenas intenciones”, pero nada más… “Para mí, solo hay penas, mi alma se apaga, la soledad es una como un lazo que aprieta mi garganta…. Mi voz es solo un sonido triste cuyo eco rebota en mi cabeza y en este espacio vacío que llamo hogar...” Tras varios intentos de dizque ayudarla, hubo un periodo de 2 o 3 semanas en las que no obtuve respuesta. Lo traté de entender y no dije nada, hasta el día en que su avatar cambió. La flor de loto dejó paso a una animación macabra: Era la de una persona, representada en palotes, que estaba sentada en un pupitre, agachada, con las manos en la cabeza... De pronto la persona empezaba a golpear su cabeza contra el tablero haciendo que ésta explotara en un mar de sangre que ‘salpicaba’ a la pantalla… Le mandé varios mensajes… archivos de música…. Me esmeraba escribiendo… ¡Nada!
Un día, simplemente su usuario desapareció y, después de unas semanas, lo mismo sucedido con el servicio de VEOH que no estuvo más ‘disponible’ en el Perú… ¡Qué impotencia! ¡Qué sentimiento más extraño, mezcla de desconcierto y de obligada resignación! No quería imaginar cosas, no tenía forma alguna de retomar el contacto, no sabía cómo encontrarla… Solo me quedaba hacerle caso a Pedrito Suárez-Vértiz y ‘cerrar el libro’.
Tres años después…
La historia se repite. La música, igual, no ha servido de mucha ayuda. Sólo ha fungido de salvavidas en medio de la borrasca… Esta vez fue “No Word”, esa que me fascina y la que para ti, mi amiga, ha sido un pequeño refugio de luz en tu camino… Igual que antes, ni la música, ni mis pobres palabras, han servido de algo… Poco a poco, te he visto alejarte y finalmente decir adiós, con tus mismas heridas y, lástima, ¡con tu misma carga!
De todas formas, para ti y para Florence, unas palabras más: Resistan, ¿sí? Con todo, el simple hecho de vivir es siempre una oportunidad.

Por si alguien desea más información sobre la banda, puede visitar:

http://12girlsband.blogspot.com/2008/10/12-girls-band.html

http://12girlsband.blogspot.com/2009/10/12-girls-band-videos-clasicos.html

sábado, 13 de noviembre de 2010

Prontuario (Escenas de niño)

Una vez robé…
Fue un juguetito. Un tajador rojo con forma de teléfono en miniatura.
Lo vi, me gustó y lo quise tener. Lo malo era que pertenecía a "Chanita", una de las ‘hijas’ de mi 'tía Chola’.
Recuerdo que cuando tuve la oportunidad, lo guardé en el bolsillo de mi pantalón y, al llegar a mi casa, y ponerlo en el fondo de cajón de mi cama, ¡supe que había hecho algo malo!
Al día siguiente, una llamada matutina de mi tía alertó a mi mamá. 
Las evidencias circunstanciales me delataban y la mirada de mi madre -que lo sabía todo- me traspasó cuando espetó: ¡Seguro que tienes el telefonito de Chainita!
Solo dije que sí y, sin más trámite, me “entregué”, ¡y entregué también el bendito juguete!
Tenía cólera porque, pensándolo bien, era algo parecido a mi “venganza” con la "Chanita". Esa niñita de siete años (uno más que yo) que, por mucho tiempo, cada vez que iba a su casa, me había perseguido con sus uñitas y labios pintados de rojo, para darme besos.
¡Ella no podía tener un juguete como ese!
Una vez le falté a un adulto…
Mi otra tía (Teresa, la siciliana), había venido de visita a mi casa.
Ella y mi madre conversaban sentadas en la sala. 
Cuando mi mamá fue a la cocina a preparar el lonche, me ordenó que acompañara a mi tía para que no se quede sola. Obviamente obedecí.
Mi tía, miraba los adornos de la mesa de centro y, quizás aburrida porque solo la acompañaba sin hablar, empezó a mover los adornos. Eso me incomodó pues estaba haciendo desorden,
De pronto, empezó dar golpecitos al tablero de la mesa con su aro.
La cólera hizo presa de mí, ¡Eso no se hacía! ¡Era algo malo pues estaba malogrando la mesa!
Fue entonces que, acercándime a ella, sin mirarla y en mi media lengua, le dije: “Tía Tedesa, ¡No! ¡Se malogra! Como dice la mama Doca, se mida, pedo no se toca.”
Los ojos saltones de mi tía parecían que iban a salir de sus órbitas en cualquier rato.
Empezó a incorporase, pero yo no me moví. Estaba furioso y no pensaba en el resondrón al puro estilo italiano que iba a recibir. 
Pero parece que algo llamó la atención de la la tía, porque de pronto se detuvo y miró su anillo, 
- Ya Teresa, vamos a lonchar.
- El bómbolo me ha resondrado.
- Este muchacho. ¡No puede ser! ¡Ya va a ver!
- ¡No Fanny! Tiene razón. 
Al pasar su mano por el tablero notó que, en efecto, había pequeñas abolladuras, Yo, por mi parte, había enfrentado a mi tía Teresa y había logrado lo inimaginable: ¡que permaneciera callada por un buen tiempo! 
¡Había hecho algo importante!

Una vez copie en un examen…
Fue con Daniel Palma Tineo, mi profesor de Inglés en Transición (1º grado).
Fue porque me confundía y no sabía si era “table” o “tabel”.
Fue porque anoté la correcta en un papel. Aunque, de pasada, y en lectra más chica aparecía desk, pencil y  ruler.
Fue en medio del dictado cuando dudé y saqué mi papelito para verificar.
Fue porque el profe me vio y...
Fue un cero enorme el que me puso, además de una nota que deía: "COPIÓ"
Fue cuando le enseñé el quiz a mi mamá cuando entendí que significaba el "cuerpo del delito".
Una vez mentí…
Eran unas láminas pintadas por mi tío Ale, el ‘Loco’ con imágenes de la fauna peruana copiadas de las láminas “Huascarán”. Yo, las había llevado para decorar mi aula.
Al final del año, cuando le pedí al profesor Gómez que me los devolviera, me respondió que no, que mejor se quedaran para el año siguiente.
No entendí su argumento. Las láminas eran de ese año y para mi salón.
Pero cómo no sabía cómo explicarle eso, usé el argumento más efectivo: Que no podía porque mi mamá me había dicho que se las necesitaba. Eso, por supuesto, ¡era una mentira!
En realidad, era porque mi tío las había pintado para mí, porque él no era tío de ninguno de los alumnos del siguiente año.
Mi profesor derrotado, entró en el aula, descolgó las láminas y me las entregó enrolladas.
Bajando las escaleras desde el segundo piso hacia el patio, vi a mi madre esperándome y al voltear hacia arriba, me topé con la mirada extraña del profe. 
Entonces, me sentí un traidor.
De hecho, fui egoísta pues las benditas láminas hubiesen estado mejor en el salón del tercer grado, en manos del profesor Gónez, quien había sido bueno conmigo, y no guardadas en el closet de mi cuarto.
¡Vergüenza para mí!
Una vez fumé…
Se había terminado la fiesta por el cumpleaños de mi mamá. Después de la ‘comedera’ y el bailongo, la gente se retiraba a la sala para conversar y esperar el amanecer.

Temprano por la mañana, mi hermano y yo bajamos desde nuestro cuarto en el segundo piso. En las mesitas donde estaban lámparas, había algunas evidencias de la fiesta: vasos y ceniceros que escaparon de la mirada de mi madre. 

De pronto, en un cenicero amarillo de murano, ¡encontramos un cigarro a medio fumar!

Encenderlo o no encenderlo, ¡esa era la cuestión!

Tenía poco más de siete años, cuando junto a mi hermano de ocho, y escondidos detrás de un mueble, encendimos el cigarro.

¡Casi me ahogo con pitada que le di al bendito pucho mentolado de no sé qué amiga de mi mamá!
Una vez me rebelé…
Era la hora del lonche.
Era un enano de 4 años.
Era el momento de tomar leche con “Ovaltine” o “Nescao”, antes de ver “Los Picapiedras”.
Era la casa de 'los Gemelos' y de la tía 'Chola!.
Era un jarro enorme que uno de los gemelos me dio diciendo: "Toma, 'Chiclín', tu tía dice que te lo tomes todo".
Era un olor terrible. "¡Pof! -dije- No quiero. Que se lo tome ella. Huele feo”. Y me quedé con el jarro en la mano, sin moverme. “Tómatelo, 'Chiclín'… Tu tía se va a molestar”, insistió el hernano gemelo del  esposo de mi tí.
Sin embargo, me mantuve impasible, no iba a tomar esa leche apestosa.
Era candidato a una cueriza. Es lo que asumí cuando mi madre y mi tía aparecieron. 
Era un resondrón porque no estábamos en mi casa. Además, la tía dijo: “Tiene razón el cholito, hermana. Huele feo, Temprano usé un jarro para batir huevos.
¡Me salvé! ¡Je je!
Una vez me escapé…
¡Habían pasado 5 o 10 minutos de la hora de salida del colegio! Mi madre no llegaba a recogernos.
¡Había sido abandonado! Eso fue lo que pensé y lo que le hice creer a mi hermano mayor.
¡Había que hacer algo! Como 'Hansel y Gretel' teníamos que regresar a casa. Aunque, en este caso, eramos: yo, un mocoso de seis años junto a mi hermano de siete.
¡Había que seguir el mismo camino que la línea 58! Así que, bien agarrados de la mano, con nuestros uniformes de saco plomo, corbata azul y pantaloncitos cortos, salimos 'a enfrentar el ‘mundo’.
¡Habíamos huido! Es lo que pensó mi madre cuando llegó al colegio y no nos encontró. ¡Estaba desesperada!
¡Había tardado! Aun así, nos buscó por todo el colegio. Y, al regresar a casa en taxi tampoco nos ubicó por el camino. 
¡Había que regresar al colegio otra vez! Y así, como lo contó Mario, el muchacho que trabajaba en la casa, en su segunda salida, mi mamá se “sacó la cabeza” (en realidad, su  peluca) y salió como loca a buscarnos otra vez.
Entonces…
¡Habíamos llegado! Después de más de una hora de caminata y siguiendo exactamente la ruta del microbus, estábamos en casa ¡sanos y salvos!
Una hora más tarde apareció mi madre.
Nos vio.
Se molestó. Sacó la correa. Se desmolestó. Lloró. ¡Nos abrazó!


miércoles, 10 de noviembre de 2010

Come, reza, ama

Permanecer en el medio o cruzar a la otra orilla. ¡He ahí el dilema!
¡Attraversiamo! - Dijo Liz, al final…No le fue fácil…
“Come, reza, ama”. Suena a hoja de ruta, a receta; sin embargo, solo es una propuesta, una vivencia que quizás pueda dar una mano a tantos que, como yo, somos “antevasins” en este mundo...
Digamos que por salud, no puedo comer; por lo mismo, y también por convicción, sé que ahora no pudo darme el lujo de amar…
La conclusión es simple, no me queda sino rezar...
27-10-2010

Entré al cine con la tristeza pegada en el fondo de alma. Durante los últimos días me había esforzado porque no se notara en la cara este “luto blanco” prestado; un luto no por algún amor imposible, sino por la imposibilidad de amar… Y no es que crea que exista alguien que carezca de la capacidad de hacerlo, sino que existen ocasiones en las que se debe renunciar a ciertos sentimientos que, en circunstancias particulares, pueden resultar peligrosos. Igual es doloroso aceptar y dejar de lado alguna relación, aun sea de amistad. Querer, encariñarse, dar o recibir afecto nos atrae, es parte de nuestra naturaleza y no podemos evitarlo, aun cuando el hacerlo nos lleve al fracaso o a la tragedia. A Liz le tocó enfrentarlo una noche de lluvia cuando ‘Dios’ le habló desde su interior: “¡Vuelve a la cama, Liz!”

La lucha entre la razón y los sentimientos es una batalla intensa; a veces contradictoria y otras veces, totalmente inútil. Vidas en conflicto como las de Elizabeth, Richard ‘de Texas’, Tulsi o Wayan son prueba de que, aún en medio del dolor o el desfallecimiento; todos deseamos vivir y hacerlo con intensidad, ¡casi con desesperación! No importa que nos aferremos a cuanta hilacha de alegría exista, no interesa engañamos con minúsculos logros, no importa cegarnos frente a nuestras propias contradicciones o, peor aún, inventarnos espejismos de ‘felicidad’ que nos orillan irremediablemente a una vida llena de vacíos. Por eso entendí tu ‘cruzada’, Liz; esa ‘búsqueda’ tuya en las que, la comida, las ‘oraciones’ y los amigos, eran simples estaciones, posadas en tu trayecto... Aun los 8 años al lado de Stephen, tras los cuales caíste derechito en una efímera fantasía llamada ‘David’. ¡Qué ejemplo tan claro de negación y de miopía emocional! ¡Qué cosas suceden cuando no vemos el peligro en las situaciones que atañan a nuestros sentimientos! ¡Cuánta falsedad existe en buscar cobijo en sentimientos falaces que debieran ser muertos a machetazos dentro del corazón ni bien se permiten asomar por ahí! Pareciera injusto; total: ¡hay que vivir!, pero, créanme, es totalmente justo y necesario. Por eso, tenías que sufrirlo, Liz. ¡No había otra manera!

La conclusión es sencilla: Come, reza, ama, pero sin culpa y con conciencia plena de lo que estás haciendo, Y si te es imposible o no tienes el valor para hacerlo; una de dos, o ‘sufres tu proceso' o tse quedas en el medio; con suerte, ello será lo único que te podrá librar a uno de dolores más agudos que los de la propia soledad. ¿Será lo mejor? No lo sé, pero hoy 'funciona' para mí. La oración es mi blindaje, mi ‘armadura’; la que Dios mismo me ha entregado, no para luchar, sino para protegerme…¡hasta de mí mismo!

Así pues, acepto que en la actualidad “mi palabra” sea la de siempre: “Solo”. Aunque igual puedo entrever una ruta que parte que se asoma allá al fondo. Esa, que parte de “las ruinas” (¡las mías! Y, a partir de las cuales encontraré quizás) “el camino a la transformación…” (Podré empezar por ahí… Sin saltarme. Sin que olvidar lo que Richard te decía, Liz:) “si quieres llegar al castillo, primero tienes que cruzar el foso….” (Por eso, hay que comprometerse, hacer un trato:) “Permanecerás aquí, hasta que te hayas perdonado a ti mismo, todo lo demás se las arreglará por sí mismo.” (¡Esa sí que es la parte difícil!)

(Finalmente, y para todos los que quisieron encontrar ‘respuestas’ en la cinta:) “Cree en el amor, otra vez” (No olvides que) “Dios vive en ti, como tú.” (No tengas) “miedo de abrir corazón (ni) de sufrir otra vez” (pues) “la única forma de curar, es confiar.” (Y llegará el día que, algo en ti, te dirá:) “¡Es el momento!” (Y, cuando ese momento llegue, no temas) “perder el equilibrio” (pues, hacerlo) “por amor, es parte de vivir en equilibrio…”

Hoy día, en el que finalmente te dije adiós, mi amiga; llegué a la conclusión que, entre ser un “antevasin”, “el que vive en la frontera” o un “in betweener”, algún día (¡habrá que decidir cuándo y cómo!) haré el “attraversiamo”, o sea “let’s cross over” hacia una nueva realidad… Asumo, acepto y declaro que, en mi estado actual, aún no estoy en posición de perder el poco equilibrio que he logrado. Por tanto, no es el momento.

Nota al pie: Prueba evidente de que “Come reza ama”, no es ningún manual de autoayuda, es mi última’ hazaña’: Al igual que muchos, después de ver la película, me quedaron ganas de comer pastas… El domingo ‘cociné’; quise esmerarme y “comer rico” después de tiempo… El resultado: Intoxicación alimentaria. Ya van tres días con un sabor medio raro en la boca, repentinos enrojecimientos en las mejillas e hinchazón en varias partes del cuerpo… ¡Están advertidos!

sábado, 6 de noviembre de 2010

La bruja del 77 - Parte 3 de 3

-XI-
El ‘poderoso’ segundo año de secundaria tenía como profesor titular al Sr. Medina (el “Caballón”), un hombre con aires de líder, de labia impresionante, emprendedor como pocos, gran negociante y feliz organizador de viajes escolares. Medina disfrutaba sentirse admirado y escuchado, aspiraba a ser para nosotros una suerte de Sócrates de los años 70, palabrero y ‘entrador’.  Debido a todas esas "cualidades", durante la hora semanal destinada a la Tutoría, el "Caballón" aprovechaba para convertir el aula de clase en su ágora, su espacio privilegiado para hacer alarde de sus dotes de orador, de consejero y conciliador frente a un público cautivo: nosotros. Ahora que lo pienso, el “Caballón” Medina era una suerte de charlatán, medio redentor, medio cura frustrado, muy parecido a los “tele-pastores” que hoy inundan la TV de señal abierta y ‘venden’ la salvación eterna al mejor postor.

En el horario de clases, la tutoría se ofrecía en "la hora de OBE" u "Orientación y Bienestar del Educando". Así, cada viernes a la primer hora el profe Medina hacía gala de sus habilidades: ¡Cómo no recordar sus inflamados discursos, o sus arrebatadas arengas para defender nuestros derechos, cuando no, también nuestros reveses! Él lo sabía todo y nos ofrecía a todos y a cada uno, iluminadas e infalibles ‘respuestas’ a nuestras inquietudes. Además, por si fuera poco, también nos sabía embarcar en rocambolescas empresas, una de ellas: Reunir, en una quincena, ¡un kilo de precintos de seguridad de las cajetillas de cigarros!, dizque para ganar un premio que, según explicaba el Caballón, serviría para ayudar a un albergue de ancianos tuberculosos en un recóndito y olvidado pueblo de la selva el cual, para más señas, había encontrado en su último 'tour de aventura’ que organizó por la Amazonía… ¿Se acuerda, profe?

Bueno, la verdad es que muchos nos entusiasmamos y empezamos a buscar como locos los cintillos de marras y es que el “Caballón” era también medio brujo, aunque para ser honestos, sus artes mágicas frente a las de la Dora,  ponían al profe Medina más cerca a un simple encantador de serpientes… ¡Pero igual se las arreglaba para mantener encantados a casi todos! El profesor Medina, creo que fue sin saberlo, quien preparó el camino por el que años más tarde, me hiciera seguir otro de su laya: El ‘hermanón’… Don RBC! A este fue quien en marzo del 85, convencido de que ayudaría a fundar un canal "con corazón", le compré usando mis ‘dolarillos’ ahorrados con ahínco, 30 acciones de su canal. Pero bueno, eso es otro cuento; sigamos con este, ya para acabar…
Pasadas las vacaciones de medio año, cierto día, en que supongo, el ‘Caballón’ estaría distraído o molesto por algún negocio que no habría caminado a su gusto, llegó a la hora de OBE sin haber preparado su clásica clase al puro estilo del ‘Discurso en el Politeama’… Así que, ni bien llegó, nos enseño sus equinos dientes y dijo: “Queridos muchachos: Hoy, como cada día, muy de mañana, subí hacia Dios y recé; puse en mi mente sus rostros… los de cada uno de ustedes, mis alumnos...  Y ¿qué creen? Sentí una voz que me dijo: ‘David, basta de palabras, ¡es bueno también escuchar! ¡Has dicho ya bastante!’ Por eso, reflexioné y nació esta idea: ‘Como es la hora del Bienestar del Educando, ha llegado el tiempo que mis muchachos expresen sus cuitas y sus preocupaciones.’ Jóvenes, ¡su tiempo ha llegado! Hoy su maestro ha venido a ser todo oídos. Aprovechen y  hablen con confianza. Ya saben que yo estoy con ustedes; sus problemas, son mis problemas; sus razones, son mis razones, sus dudas, son…” “Sí, alumno, ¿quiere hablar? Entonces, adelante.”


XII-
Adivinaron, fui yo quien levanté la mano. En verdad creía las palabras del profe y  me animé a hablar: “Profesor, estamos preocupados con la profesora Dora. Lo que pasa es que en su clase de Lenguaje, no enseña casi nada. Habla de otras cosas y….” En eso, otros más levantaron las manos y el profe me interrumpió: “Muy bien, alumnos… ¡Exprésense! ¡Hablen libremente! Entonces, ¿quién sigue?”
Hubieron varios que hablaron: “Habla de cosas que no tienen nada que ver con el Lenguaje.”, “No leemos nada en el libro, mi mamá dice que para qué lo pidieron.”, “Nos trata como alumnos de 5º.”, “No explica, cree que ya sabemos todo y no entendemos sus exámenes.”, “El que trae mas recortes del periódico tiene más nota.”, “No entrega las pruebas.” El profe estaba callado y cada vez más pálido; creo que no esperaba la avalancha de reclamos, y solo atinaba a mostrar sus enormes dientes en una mueca que pretendía ser sonrisa… Me imagino que dentro de sí, se recriminaba: “Uy, en la que metí… Mejor me hubiera preparado. ¿Y ahora? ¡La Bruja! Dorita “tiene peso” en el cole. ¡Es la “catedral del la literatura lasallista…!” Creo que Dios anduvo distraído escuchando las lamentaciones del Caballón, pues las fuerzas del averno actuaron dirigiendo las piernas canijas de la Bruja para hacerla pasar justo, justo, frente a la puerta de nuestro salón… Medina, de reflejos rápidos, sonrió, ahora sí de verdad y salió hecho un cohete del salón llamando a su colega. Música "infernal", por favor…
-XI-
“Muchachos, tenemos suerte. Como les he enseñado, lo mejor es hablar directo a la cara; entonces, he salido para invitar a la señorita Dora; para que ustedes mismos, con toda libertad, puedan expresarle sus puntos de vista…. Y ¿qué creen? Ella ha aceptado encantada. Entonces, adelante, colega… pero… ¿qué pasa?” Increíblemente, cuando la bruja se acercaba, la puerta del aula se cerró… Pero, rápidamente la Bruja movió los labios (“Alahamora”), y la puerta se abrió y entró… Medina dio un respingo, aunque rápidamente se recuperó y continuó diciendo: “Estimada colega, acérquese, aquí los alumnos tienen algunas inquietudes. Sé que será muy ilustrativo y saludable para todos escucharlas… Entonces…”

Nadie lo esperaba, fue una de las jugadas maestras del profe Medina; aunque, para nosotros, podía significar nuestra perdición… Solo algunos lo notaron. Un servidor, pobre soñador, siguió creyendo en las palabras del “Caballón”. Así pues, cuando la Bruja entró, lució su mejor sonrisa (¿?), se puso una mano en la cadera (¿?), se tocó el mentón con sus huesudos dedos, levantó una ceja y dijo… “A ver, señores. Digan qué le preocupa; hablen, no más… Estoy aquí para escucharlos.”; para mí, sonó sincera, y una vez más creí… Me armé de valor y volví a levantar la mano.
-XIII-
Creo que la Bruja dijo algo bajito, ¡juro que la escuché! (“¡Confundus!”). Entonces empecé con mi perorata. ¡Una cantinflada total!: “Como ehhh... usted sabe.... y yo también sé... yo… yo soy alumno… su alumno de usted profesora, o sea…. usted profesora es profesora de mí.... mía... bueno de todos… pero… que sabemos que siempre… o sea antes… no antes, sino en otros salones… ha sido…. mejor dicho… esteee… es… como todos saben… y supongo que usted también sabe… que es profesora de 5º... porque es de 5º....  y esteee de las chicas… pero, o sea… no aquí… porque creo…. ¡No! … Usted sabe… que nosotros somos… mejor dicho… que no somos… pero allí… estee… en la universidad, sí son… o sea es profesora de chicas… por eso aquí nadie… esteee… pero… que la profesora Lara… o sea, la otra profesora…. nos leía y… esteee… usted claro… también sabe leer… creo…. No, sí…. esteee…. que nosotros debemos leer… que sabemos que usted… es una profesora… claro, que sabe mucho… pero que quizás… esteee no está llegando… aunque usted sí llega… pero, temprano… ¿no? porque tarde… este… bueno…no…. Lo que quería… esté… que supiera que los alumnos de 2º porque… este… no somos los de 5º…. Estee… o sea… ellos están en 5º... entonces profesora yo… esteee…”

Así sucedió y cuando,  rojo como un tomate, terminé de “hablar” y esperaba confiado a algunos de mis compañeros que tradujera mi remedo de queja, fue en vano.  Primero, con el rabillo del ojo, y luego, volteando y mirando hacia atrás, no vi a nadie más que levantara la mano… Dora fijó sus ojitos en mí y sus dientecillos dibujaron una sonrisita medio burlona cuando dijo: “Vamos señores, alguien que complete la tesis del señor, alguien más que desee agregar algo que aclare las teoría de su compañero?” Nadie movió un pelo… Nadie dijo nada…. Entonces, sí escuché a la Bruja diciendo quedo: “Finite Incantatem”

Obviamente, tampoco el profe Medina dijo ni pío. Sin pronunciar conjuro alguno (“Palalingua”, por ejemplo ), la Bruja también había dejado al locuaz El "Cabalón" había quedado con la lengua pegada al paladar…. “Bueno, señores… Ha sido un placer escucharlos. Gracias, colega, hemos tenido una experiencia muy ilustrativa.” Se dirigió a la puerta, cruzó el umbral, dijo “Fermaportus” y la puerta se cerró tras ella.

-XIV-
¡Cómo no! Ese año tuve un solo jalado en la libreta…Debo reconocer que la Bruja nunca dijo nada al respecto, nunca me trató mal, nunca me resondró ni hizo algo parecido; ella siempre fue extremadamente educada. Solo, al final del período, percibí el efecto de mis palabras: Un 09 que tuve que llevar a casa en mi libreta de notas del 3º bimestre… Pero igual, creo que fue lo mejor, aunque al principio no lo entendí, la experiencia me sirvió años después; aunque por entonces, lo sucedido solo me enseñó a “odiar” por un buen tiempo, a la lectura.
No exagero cuando digo que, aparte de los cuentos que leí gustoso en 1º año, el único libro que leí después en toda mi educación secundaria, aparte de los clásicos obligatorios, fue el “Romeo y Julieta” de Shakespeare… Ese librito fue el primero y el único que compré y, de hecho era el único que existía, en una edición revieja de Editorial Universo, en la librería del cole, detrás de la iglesia... Pero poco me importó… Solo varios años después, cuando estaba en la academia pre-univesitaria sentí algo de vergüenza; pero, como allí daban más énfasis a las ciencias, pues daban preparación “exclusiva para Medicina”, ‘pasé piola’ y seguí adelante.

Solo cuando ingresé a la universidad y conocí a la “Chinita” (ver ‘Arriba las manos’) me di cuenta lo ignorante que era… Qué mal me sentía cuando enamorado de la ‘Chinita’, una ratona de biblioteca, la escuchaba hablar con deleite de mil y un historias con títulos y autores. Ella fue quien me revivió; por eso, entre las muchas cosas que le debo agradecer, la primera fue hacerme renacer para la literatura; sé que nunca pude ir en busca del tiempo y de los libros perdidos y menos recuperarlos; pero gracias a ella, hice un esfuerzo mayúsculo por intentarlo. Me puse como objetivo leer todo lo que pudiera, hasta hice varias listas de los libros que debía tener y, para lograrlo, guardé con gusto mis exiguas propinas y me propuse comprar y leer dos o tres libros al mes… Para mi suerte, por esos tiempos aparecieron los libros de “Oveja Negra” a buen precio; así que aproveché y me di una ‘nueva oportunidad’ con la literatura…

“多謝! (Dō zé!), mi querida “Chinita SRTC!”, gracias por el regalo que me permitiste. Y, finalmente, gracias a usted, Miss Violeta a quien sin querer he descubierto escribiendo estas líneas, como mi primer ‘amor fallido’ con tintes de novela… Gracias, también, Miss Dora, pues con lo que pasó, hasta con un ‘rojo’ en la libreta, aprendí que es mejor decir las cosas de frente… Con todo, fue bueno, pues al menos, uno ‘muere’ mejor, sabiendo de dónde vienen los tiros, ¿no?
Lo ultimito… Ya, “off the record”: Gracias, a los libros que, a lo largo del tiempo, han constituido los lienzos de cientos de historias enmarcadas por algunas de mis tontas canciones de amor.