viernes, 24 de septiembre de 2010

Tarde cantaste, pajarito… Una historia en tempo de ‘allegro’ - Parte I

Preludio
Para los que aman la literatura, la música y los buenos precios, la ciudad de Lima provee lugares que, si se es paciente y afortunado, pueden ofrecer alguna sorpresa… El día de mi última ‘incursión’ a las tiendas de libros y discos usados del jirón Quilca en el centro de Lima, la vida, curiosamente, me iba a deparar algo nuevo…

Como siempre, ya había calculado el tiempo, el monto a invertir y más o menos cómo sería mi recorrido por las galerías… “Recuerda… Siempre alerta… Nada de maletín, no tarjetas, hay que vestir sencillo… La cuestión es ir, comprar y salir con las mismas. ¡Atento!”
Llegué al primer stand… Mientras repasaba la colección CD’s de segunda, sucedió esta curiosa conversación que, ¡sorry!, no pude evitarla. Considérenla…un aperitivo:
- Te cuento: ¡Ayer canté en un concierto!
- ¡Bravazo! ¿Dónde?
- En la universidad ‘no sé cuántos’… Yo, y todos los del coro.
- ‘Ta que bueno. ¿Y, qué cantaste?
- Unas canciones de una italiana…“Carmina Burana”
- ¡Pasu!, ¡’Ta bien, amiga!
- ¡Sí, alucina! Es la que tocan en “El Exorcista” ¡Que miedito!
- Tas’ mal, loca; esa no es del “Exorcista”…
- ¿No?
- Es la de Demian, de “La profecía”.

1º mov. Allegro ma non troppo
Sucedió en el “stand” del fondo de la galería, mi favorito. Allí encontré una ‘joyita’, uno de los CD que decidí no comprar en otra ocasión y en otro lugar (ver “Mi ‘última’ voluntad”): Era el OST de “The sound of music”. Pedí que lo probaran. “Pista 7, por favor”. Empezó “My favorite things”… ¡Cuántos recuerdos en la voz de la siempre angelical Julie Andrews!

De pronto, escuché detrás de mí que alguien dijo: “¡Qué bonita! ¿Y ésa de quién es?”… Entonces, como se estila en esas tiendas, rapidito tomé el estuche CD y con cara de “ya le puse mi banderita peruana,¡es mío!”, volteé y, levantando la cajita, me dirigí a mi anónima interlocutora diciendo: “Es la música de ‘La novicia rebelde… una película de…esteee…” No proseguí, detrás de la caja, apareció una joven, delgada, espigada, de ojos grandes y de cabellos largos y ondeados, toda vestida de negro. “¡Ah, tiene una hermosa voz!” -comentó- “Pero, lo mejor es la melodía... tiene muchos matices…” “¡Ah, caray!” - me dije- “¡Alguien que aprecia la música!” Entonces le sonreí y pedí: “Pista 9, por favor”. ¡El tema principal!

La chica ladeó un poco la cabeza, entrecerró los ojos y señaló: “¡Uy! Esa le gustaba a mi papá.” ¡Auuu! – pensé- Cual Kina Malpartida , un ‘jab’ directo a mis más de cuatro décadas el cual, al instante, me borró la sonrisa de la cara; sin embargo, la joven reaccionó al instante y añadió: “Pero a mí de verdad me gusta… no hay mucha música como esa ahora… Todo es puro ruido.” “Sí” - le dije- Tienes razón, es muy buena.” Lo que dijo me devolvió la alegría y aún más, cuando terminó diciendo algo que me sonó a desagravio: “¡Ni que fueras un viejo!”

“Más bien, amiga…” –dijo, ahora sí, dirigiéndose a la vendedora- “Estoy buscando dos cosas… Primero, para mis ensayos… una de Delibes… el Pizzicato de… mmm… caramba… se me fue…” Entonces, me arriesgué y completé: “De ‘Sylvia; el Pizzicato de Sylvia’”. “Sí...esa… -dijo la chica- ¡Oye, gracias! ¿Lo tienes, amiga?” “No, de Delibes sólo tengo “Coppélia”, nada más.” -Dijo Selene- Sí, mi estimado lector, Selene, la chiquita de ojos bien delineados, pelo negro lacio, uñas pintadas de negro y muñequeras con tachas de metal, conoce su “business” y es la más eficiente vendedora del penúltimo stand de la feria de libros del Jirón Quilca… Si, alguna vez van y la ven no se dejen llevar por las apariencias, la chica sabe de música.

“Mmm” -dijo la joven-“No, esa no me sirve… Pero, ahora que pienso, ¿no tienes una que es más o menos como…lara lara rará rará…” –añadió tarareando- ¡Mmmm no amiga, no me suena!”-reconoció, Selene- “A mí sí” -dije yo ‘en automático’- “Esa es de Giselle… Es el vals… Está en la compilación que está allá…Haz que la prueben… no es muy buena la orquesta, pero se deja escuchar…” “Oye” - dijo ella mirándome- “¿Tú eres profesor?” “Sí, pero no de música…En eso soy un aprendiz…” –respondí- “Pero sabes bastante… qué interesante… gracias otra vez… ¿me ayudas? –preguntó- Y yo: “Sí, con gusto” Y luego, dirigiéndome a Selene: Señorita, ¿puede probar ese disco de color azul de allá? El que dice Música de ballet”

Así estuvimos un rato hablando de otras composiciones, de artistas y algunos compositores, cuando, de pronto, Selene, nuestra ‘gótico-vendedora’, me dijo: “Señor, ¿va a llevar éste?” “Sí, sí.” -respondí yo- “Sepáramelo ¿sí?” Lo que pasaba es que había aparecido alguien más que tenía ‘mi CD’ de “Rodgers and Hammerstein” en la mira. “A mí, amiga, sepárame el de música de ballet… ¿ok?” -me imitó la chica.

La cosa, para variar, caminaba bien…

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