sábado, 31 de agosto de 2019

Un vidrio

-1-
Hablar con Mimi erra algo así como dar el reporte diario de nuestras actividades.
- Ah, mira, hoy me dieron un "vidrio".
-¿Un vidrio? ¿Cómo un vidrio? Dirás un premio.
-Sí, de esos que te dan, no sé por qué.
-¿Cómo que no sabes por qué?

Tras ponerla en contexto, Mimi me dio mil y una razones por las cuales, según ella, merecía el "vidrio".
-¡Ponlo en tu oficina!
-¿Para qué? Ya tengo otro.
El silencio al otro lado fue evidente. Imaginé a Mimi, tornando sus ojos y diciéndome cualquier cosa. Pero, sosegada como dice que se ha vuelto ahora, solo me preguntó por qué creía que no merecía el "vidrio".
-Es que... no entiendo... ¿Por qué me tienen que dar algo solo por hacer mi trabajo?
Mimi que dice "que me ve", me explicó lo bueno de mis virtudes como trabajador esforzado, de lo identificado estoy con lo que hago y un largo etcétera.
Yo solo la escuché y ya no dije nada.
-En realidad no me importa, Mimi. De verdad.
Igual me pidió una foto del "vidrio".
-2-
Hay un cuento de Ribeyro que siempre me llamó la atención: "La insignia". En él se relata como un hombre, tras encontrar casualmente una insignia de plata (probablemente de alguna cofradía secreta), logra, sin saber cómo, ascender, y convertirse en una especie de líder supremo.

En los últimos tiempos, el cuento ha vuelto a mí, sobre todo en ocasiones embarazosas como las del "vidrio". En ratos come ese, es inevitable que hacer un recuento de lo que he hecho, e inevitablemente, me obligan a mirar mi vida en perspectiva. 

Creo que ya tengo una historia más o menos "respetable".

En término más gráficos, ha sido una carrera de resistencia con varios tramos. Subidas y bajadas, vueltas y revueltas, enredos, cabos sueltos, idas y retrocesos, errores, caídas y golpes, ¡muchos golpes.!

Aun así, sería mezquino decir que me ha ido mal. Por eso, estoy agradecido. Sin embargo, no faltan los ratos en las que, situaciones inesperadas como las del vidrio, me hacen dudar de cómo llegué hasta aquí. Al igual que el personaje de Ribeyro, solo seguiré haciendo las cosas tal como creo que debo hacerlas. Y cada vez que deba decir algo, pintaré unas "rayas rojas (...) confiando en los resultados que produce en la mente humana toda explicación que se funda inexorablemente en la cábala".



PD. Y para que veas que hago caso, ahí están las fotos del "vidrio".