miércoles, 1 de septiembre de 2010

Nueve millones de bicicletas

There are nine million bicycles in Beijing That's a fact, It's a thing we can't deny...

Dicen que hay nueve millones de bicicletas en Beijing; es un hecho pero, ¿le interesará eso a alguien? A aquellos que atesoran datos tipo récord Guinness, quizá; para los émulos de “Data” de Star Trek, puede ser y, para aquellos que utilizan una bien aprendida secuencia de curiosidades, tipo “tips” o seudoinformación útil para “apantallar” a los menos informados, ¡de hecho!  Sin embargo, para todos los demás, puede que les dé igual; total, con la población china en aumento, de seguro que cuando termine de escribir este post, habrá medio millón más.
 
Terminada la digresión, lo cierto es que existe una canción que empieza mencionando eso; una canción que más allá de lo anecdótico y una vez que se la escucha y se la digiere, nos insinúa algo más... Con algunas canciones sucede así: ¡Hay que rumiarlas primero para poder disfrutarlas del todo!
Hace años, tras la partida de mi padre; quedaron, aparte de cientos de problemas y deudas, un carro; un Nissan Sunny blanco del 82, el cual se convirtió en el primer y único vehículo motorizado que he tenido… Los demás, o sea, los casi 50 que guardo en mi cuarto, son simples modelos a escala que, según mis hijas, serán los juguetes que desarmarán mis nietos, cuando yo ya no esté… “Te vas a revolver en tu tumba”, me dicen, mientras ríen… Yo, río con ellas.
Pues bien, para evitar que un pícaro de nombre impronunciable tuviera el carro de mi padre, lo compré yo primero y así, el viejo Nissan se convirtió en mi querido y "empeñoso" compañero de mi “etapa feliz”, cuando trabajaba, estudiaba, viajaba y no estaba solo… Y además, gracias a un regalo de “ella”, mi ‘copiloto’, el auto adquirió un valor agregado inestimable para mí: Una radio FM con lectora de CD’s y MP3 y dos potentes parlantes que vinieron a desplazar a la radio original, una modesta “National” AM… “Es para que no te aburras cuando manejes”, me dijo “ella” pues, preocupada como era, sabía que estar al volante no era precisamente lo mío.
Y así, gracias a "ella" y a la radio fue cómo te conocí, Katie; fue después de terminar un día especialmente pesado, cuando regresaba a casa, manejando por la interminable avenida …. Recuerdo que era de noche y garuaba, tenía las ventanas del auto a medio cerrar y había que manejar con cuidado… Y justo cuando pasaba el cruce donde una vez chocamos, escuché de pronto un flautín chino y tu hermosa voz cantando: “There are nine million bicycles in Bejing, that’s a fact. That’s a thing we can’t deny, like the fact that I will love you till I die.”

Dicen que hay nueve millones de bicicletas en Beijing… Otra vez, ¿le interesará eso a alguien? 
Pues a mí, esa noche, sí... Y no por el hecho de las bicicletas, sino por todo los demás; porque la canción coincidía con un momento en que las cosas no andaban bien entre "ella" y yo; justamente habíamos discutido y mientras manejaba a mi casa, pensaba (tontamente) que el amor no existía; al menos el de "ella" y yo parecía estar desapareciendo irremediablemente. Por eso, tu canción pequeña Katie era oportuna pues con una letra simple, hablaba de un amor fuerte, uno casi "perfecto”. Tu mensaje, bella Katie, era directo, ¡definitivo! “Hay nueve millones de bicicletas en Beijing, es un hecho, es una cosa que no podemos negar, como el hecho que te amaré hasta que muera…”
Pero esa noche no escuché, solo oí y finalmente las cosas acabaron y perdí lo que más amé. Quizás fue porque no me di tiempo para pensar mejor las cosas, quizás estaba demasiado molesto con la vida, quizás estaba cansado de tanta presión y por eso, hice todo mal. Y volviendo a esa noche, lo cierto fue que no te escuché, Katie ¡ni siquiera un poquito! Recuerdo más bien, que me irritaste y tuve “nueve millones” de razones para gritarte: "¡Oye chica, déjate de cosas, que un amor así no existe!" ¡Qué tonto fui!
Un año después, cuando, “todo estaba consumado”, regresé a tu canción, esta vez, a través del video; ese que, con una estética particular, me ofrecía, “tarde como siempre” (Arjona, dixit), la repuesta a mis cuitas: Bajo la sencilla idea de una vuelta al mundo, estaba escondida la exégesis de lo que significa “amar a alguien hasta morir”. ¡Era tan simple! la idea era tan solo terminar por donde empecé: ese instante cuando la miraste, le sonreíste y sin querer la besaste. Fue cuando arriesgaste,  y más que eso, cuando creías que “ella” era tu fuerza… ¡Tan simple!
Finalmente, para ti, antigua amiga; esta otra melodía de Katie Melua, la cual recuerdo, te apropiaste.

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