miércoles, 22 de septiembre de 2010

Arjona dixit

¿Podía escribir? En realidad nunca lo pensé; solos nacieron las más de 50 “Simplezas”, esos “poemas” que te dediqué a ti, la mujer que amé… Eras muy joven, por ello estaba bien que fueras un poquito caprichosa y medio engreída; eso para mí te hacía más adorable y además, porque, sólo yo sabía, al igual que tu estilo de vestir (casi siempre de negro), tras todo eso existía un corazón tierno, bueno y ávido de ser cuidado y protegido… ¡Pocos te entendían, niña! ¡Pocos se daban cuenta que tras tu sonrisa y tu desenfado, había una persona capaz de dar un nuevo aire a mi vida!

Fue la música, la que para variar, me unió ti. Eran las canciones de gran Pedrito Suárez - Vértiz, las de “La oreja de Van Gogh” y obviamente, las de tu bienamado Ricardo; las que descargadas vía Napster, iniciaron una hermosa amistad.Con el tiempo, y a pesar que nunca se me habría ocurrido así; de manera casi natural, decidimos empezar algo más; algo que sólo es propiedad de ambos y de lo que no me toca hablar… Solo me permito regresar a un instante que, en medio de mi primer concierto y el primero también contigo, escuchamos juntos a Arjona. Tú y él hicieron que todo fuera perfecto, que hasta lo complicado de nuestras vidas, tuviera una razón para afrontarlo.
Fue tras ese concierto que escribí algo, no como los famosos versos de Neruda, sino un modesto “Poema 21”:
21

El juglar canta,
yo, adoro el lado derecho de tu rostro...
El juglar canta,
mis brazos te rodean y adivino el misterio de tu piel.

El juglar canta,
me lleno de tu aroma y me pierdo en cada uno de tus cabellos
El juglar canta,
cierro mis ojos y sólo te siento, cerca pero ajena.

El juglar canta…
Él dice todo…
¿Él sabe?
Yo te amo
.
Ahora que estás más lejos que nunca, sé que has logrado muchas en tu vida, sé que te has superado a costa de mucho esfuerzo, y también sé que luchas por lo más importante: Procurar ser feliz… ¡No sabes cuánto me alegra! Yo, por mi parte, nunca te podré agradecer lo suficiente, porque tú, hace muchos años, supiste dar sentido a mi existir y me enseñaste lo que era la esperanza.
Gracias a ti, niña, pude reencontrarme con la alegría; gracias a ti, descubrí que pensar en uno a veces no es egoísmo y, es más; gracias a ti pude entrever que cada “nuevo hoy” podía formar un futuro que (lástima) nunca existió… El fantasma de la culpa fue más fuerte… Me confundí, me equivoqué, te perdí…

Arjona ya lo había dicho...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.