sábado, 18 de diciembre de 2010

De ver y oír - Introducción


Hoy no quiero escribir. Diciembre suele ser un mes duro, un tiempo de despedidas… Han pasado años y hoy sin querer vuelvo a recordar tu partida…

Quienes dicen adiós reaccionan de diferente manera: Muchos simplemente quieren pasar inadvertidos y desaparecer sin decir una palabra a nadie; otros, sin embargo, hacen uso de una extraña potestad que trae consigo la despedida, se expresan con la prerrogativa de hacerlo con total libertad pues ya no tienen nada que perder.

Hace unos días escuché decir a Don Julio que son en estos momentos cuando uno aprovecha para hablar con el corazón para que lo entiendan con el corazón; creo, sin embargo que él siempre habló con la mente para que (muchas veces) lo entendieran con el corazón. Eso, como bien apunta Norita, se llama hablar ‘en lenguas’.

De todas formas, sea que digan algo o no, sucede que quienes nos dejan, jamás podrán adivinar lo que sin saberlo, supieron sembrar en nosotros y, los que quedamos, no podremos evitar el prurito de sentir que nunca valoraremos tanto a quien se retira como cuando nos dice adiós…

Pero hoy, no diré más… si me permiten, ya la otra semana… ¿ok?

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