miércoles, 20 de octubre de 2010

El secreto de sus ojos

Introito:
Convencido de que iba a encontrar buen cine, hoy fui a ver “El secreto de sus ojos.
Felizmente, no me equivoqué. Sin embargo, como sucede cuando una película está bien hecha, además de removernos, puede que en vez de ofrecer respuestas, más bien nos cuestione y nos produzca sentimientos inesperados… 
A través del “Secreto…” aprendí que puede existir una frontera muy delgada entre el temor y el amor.
¡Nunca lo imaginé así!
28-09-2010
- I -
“No word”

Salí del cine con temor… Era ya de noche. Miré a todos lados. De repente, todos me parecían sospechosos. Al principio no me di cuenta; pero, poco a poco, mientras me reinsertaba en la realidad, la gente, sus rostros, las calles, todo era amenazante: Plaza San Miguel… Hora punta… Los transportes, todos llenos. Los que se detienen son tomados casi por asalto por quienes quieren llegar a su destino… Una ‘combi’ aparece, hace un giro violento y se cuadra frente a mí a la mala… El vehículo es un desastre; no tiene ninguna señal de ruta, ni nada… Al subir, un tipo me hace a un lado para trepar primero, se sienta cerca de la puerta y, con un gesto hosco, prácticamente me indica dónde sentar. Paso hacia el lado de la ventana y noto que el hombre mira con descaro a quienes estamos dentro… Hay varias personas con bolsas de Saga, Ripley…. La ‘combi’ sigue estacionada esperando a más pasajeros… El fulano saca su celular y empieza a manipularlo. Con disimulo, miro lo que escribe… Tiene varios mensajes predefinidos que pasa uno a uno: “Stoy en colonial…. Stoy en venezuela…. Stoy en… Por fin se decide “Stoy en plaza… anda saliendo” ¿A quien avisa? Me mira de reojo y, cuando la ‘combi’ por fin se decide a arrancar, me paro abruptamente y bajo casi saltando del vehículo…. Volteo y por la ventana, veo al tipo sentado que hace un gesto obsceno con el brazo…
Subí a un ómnibus.

-II-
“Temo”

Ya en el bus y con una extraña agitación en el pecho, volví a pensar en la película. ¡Era inevitable! En muchas partes de la película me había sentido retratado y lo peor, como Benjamín Espósito, el personaje principal, lo de “me he visto y no me gusté”, era lo que sin verme me hacía mucho ruido en la cabeza.

Hace tiempo, escribí sobre mi decisión actual en relación al amor. Aún creo que es la correcta. Sé que es “justo y necesario” que esté solo; pero, de alguna forma, persiste algo que me intranquiliza: no sé a ciencia cierta si se deba a alguna situación de mi presente, o quizás al hecho de estar destapando mi pasado y entrever algo que todavía me asusta.

-III-
“Te mo”

Tal parece que mirar la vida en retrospectiva puede ser un ejercicio peligroso… Es sabido que nuestro existir es un continuo que tiene una dirección única: Hacia delante; por eso, solo es en el futuro donde podemos manejar las oportunidades, y es también allí donde, a partir de las decisiones que tomemos, podríamos ensayar respuestas a nuestros conflictos no resueltos. Imaginar otra manera resulta un absurdo, y lo único que nos podría deparar es dolor e impotencia. Lo malo es que esa opción no siempre pasa por el filtro de la razón, y por eso, cuando las cosas se manejan desde el corazón, es cuando empiezan nuevamente los problemas. ¡Si lo sabré yo!

Por eso, Benjamín, tu tema pendiente no era lo que tú e Irene se negaron por varios lustros; era lo que tú, mi estimado Espósito, te negabas a ti mismo. Por eso te enfrascaste en el trabajo, por eso tu obsesión por resolver el asesinato de Liliana; y, ¡qué curioso, Benjamín! Supiste leer en la mirada de un asesino, pero no fuiste capaz de hacerlo en los ojos de Irene… ¡Estabas tan ocupado! ¡Tenías tantas cosas importantes y urgentes que hacer! Como diría alguien por ahí: “Desde que se inventaron las disculpas nadie ha perdido”.

-IV-
“Te - mo”

Si vuelvo sobre algunas de las publicaciones de este blog, al igual que Espósito, podría decirse que me he dedicado a revivir ‘muertos’, o peor aún, que me regodeo rebuscando en las tristezas de mi pasado. Al final, escribo por un simple deseo comunicarme o quizás de calmar mi conciencia. Al final, no lo sé… En realidad, lo único de lo que estoy seguro es que, de ninguna manera, es para quejarme de mi vida; agradezco todo lo que he vivido, no puedo ser mezquino. Lo “malo” que me haya pasado alguna vez (si pudiera llamarlo así). ha sido producto de mi inmadurez, de mi ineptitud o quizás de mi poca disposición para ser más osado. Ahora, con relación al amor, mi fracaso en ese ámbito, podría explicarse por un miedo a luchar por lo que en algún momento fue importante, lo cual, sin embargo, siempre estuvo supeditado a no perjudicar a otros. Por eso, quizás, en ocasiones opté por el daño menor y me postergué… Lo asumo, así fue.

En tu caso, Espósito, ¡optaste por callar! ¿Podrías haber hecho algo distinto entonces? Aún eso, ¡qué mal, Benjamín! ¡Qué mal! ¡Nunca debiste haber tomado ese tren tu solo! Dirás, que "así tenía que ser..." ¿Dirás?

-V-
“TeAmo”

Pocas veces, estas palabras han tenido para mí, un sentido y a la vez un objeto. Algunos de esos “objetos de mi amor” son obviamente, algunos de los ‘fantasmas’ que han rondado este blog y a los que quizás (hoy recién lo entendí), nunca tuve el valor de hacerlos carne y espíritu a mi lado… Tenías razón Qori; tú, igual que Irene, siempre aciertas.

En cuanto al sentido, ahí es donde la cosa se pone complicada: Hoy he comprendido que, en mi caso, el “amor” en muchas oportunidades no significó para mí una liberación, sino todo lo contrario; muchas veces solo me ató, ¡me limitó! Si me preguntaran, qué clase de “amor” es ese, recién ahora lo puedo ver con mayor claridad: Es algo así como un amor que no se ha podido o no se ha sabido consumar. Aunque es cierto que he amado y mucho, tal vez nunca supe cómo “manejar” ese frágil sentimiento de la mejor forma. De algún modo, creo que no tuve la oportunidad de hacerlo y por eso, me duele.

¡Ah Espósito! A ti, te costó 25 largos años aprender a comprender y luego, afrontarlo… Yo no sé si la vida me alcance o, como dicen, se me vaya la vida en ello… ¡no lo sé!

-VI-
“Esqueça”

Narnette, hace tres semanas, después de mucho tiempo, nos cruzamos y nos pusimos a conversar. Había pasado tu “etapa de desierto” y otra vez hablamos muy a tu estilo, saltando de rama en rama, rápido y sin redondear las ideas; cuando estabas en una de esas “ramas”, hablamos de alguien que murió hace poco y el cual, sabemos, amó y fue amado. Coincidimos en que su vida no fue inútil, pues su amor venció el dolor, y fue tan fuerte y real que sobrevive en el corazón de su esposa y de sus hijos… Afortunado él, me dijiste… Para variar, no te entendí del todo entonces.

Cuatro horas después, cuando salí del cine, tenía las dos frases del filme en la cabeza… “temo” y “te amo”… En el bus, regresando a casa con las frases rebotando en la cabeza, tenía una vaga idea de lo que podían significar; por eso comencé a escribir… Hoy, sin embargo, cuando vuelven a mí las palabras de Irene, es cuando me atrevo a darles un sentido para mi vida actual: El amor, por razones muy poderosas para mí, no tiene un espacio en mi presente, y no es solo porque no lo quiera o porque le tema, sino porque es algo que me está negado y que no me puedo ofrecer. Es imposible siquiera imaginarlo, aunque eso no me reconforte…

Como tú, Espósito, el “amor” que me queda, no es sino una sombra o una serie de ellas, las cuales sobreviven en mi memoria. Quizás eso me ayude a mantenerme vivo y, aunque sea triste decirlo, quizás eso mismo sea lo que aún más “temo”.
Invierno en la primavera de 2010

Colofón:¡Irene, Irene! Igual como en la película, das en el blanco:
Pareciera que mirar atrás tampoco “es mi jurisdicción”… ¡Perdona!

Hoy, al igual que aquel domingo en que escribí el primer ‘post’ de este blog, tampoco ha sido un día feliz.
Nunca, como en estos momentos en que termino de escribir, la música hace doler tanto.
15-10-2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.