Inmadurez emocional
Ese fue el "diagnóstico" que, con muy buena fe quizá, me dio una amiga hace años. Por supuesto, nunca me lo dijo directamente. Lo supe tiempo después a través de otras personas.
No sé si lo decía porque algunas situaciones me solían afectar mucho, o porque me encariñaba con algunas personas que me servían de soporte y guía en el trabajo. Y es que, para bien o para mal, fue allí donde aprendí a encontrar formas (más o menos) eficaces de relacionarme y hacer amistades (más o menos) estables.
Han pasado décadas de eso y todavía sigo siendo sensible a cosas del cotidiano. Sin embargo, aprendí varias estrategias que me ayudan a ser funcional, manejar las interacciones relacionadas con lo que hago y, de alguna forma, también a enmascarar mis emociones.
En resumen, sigo siendo el mismo de siempre, pero más "en control". Más "normal". ¡Al menos para el público!
-Cloe-
A Cloe la conozco por casi tres lustros y aun cuando hemos podido conversar en varias ocasiones, había algo que nunca me había atrevido a decirle hasta ese día.
- Sé que has venido a verme por cosas de la empresa. Como ya terminamos eso, ¿puedo hacer un paréntesis? Te quiero decir algo.
- Sí, normal. Dime.
- Nos conocemos hace tiempo...
- Sí, como 15 años.
- Algunas veces aceptaste cuando te dije para ir al cine o comer algo.
- Sí, disculpa a veces no he podido.
- Sí, sí. Sobre eso, siempre sentí algo que no sabía cómo decírtelo...
- Tranquilo, dime no más, somos amigos.
- La semana pasada cuando me hablaste de ir al cine, te contesté: "Ok, coordinamos". Si te diste cuenta, esta vez no dije nada más. No propuse un día, ni te mandé mensajes.
- Sí, sorry de verdad. Yo tampoco te llamé..
- No, Cloe. Lo que te dije sobre coordinar, es lo que entiendo que se dice por cortesía...
- ¿Así? No me di cuenta. Pero igual, podemos ir. Esta semana creo que tengo el jueves libre. Mmmm, aunque te confirmo... Todavía está esa de "Soltera, casada, viuda, divorciada". Para que te rías.... Sí, creo que mejor el miércoles de la otra semana seguro que voy a tener un tiempito. Te aviso.
- Sí pues, es que estoy con muchas cosas a veces. Tú sabes. Pero de verdad, la otra semana sí puedo.
- No comprendes, Cloe. Sé que eres una mujer ocupada. Lo que pienso es otra cosa y te lo pregunto: ¿algunas de las veces que aceptaste era porque te sobraba tiempo?
- Ehhh...
- Así lo sentí varias veces. Más cuando quería conversar y me daba cuenta de que yo era el que hablaba. Poquísimas veces lo hacías tú. Aparte, después de encontrarnos podían pasar meses sin ningún mensaje. Y si te llamaba, no contestabas.
A lo que voy es que sentí que el tiempo que me diste, de alguna forma, parecían migajas.
-¿Migajas?
-Migajas de tu tiempo.
-Mmm...
- Pero tranquila. Es como yo lo sentí; no como haya sido en realidad. Además, no creo que haya dependido siempre de ti. Mira, después de tantos años es muy poco lo que sé de ti. Te conozco apenas. No sé ni dónde vives. ¡Y está bien! Eres reservada, sé que lo haces quizá para cuidarte y lo respeto. Además, las pocas veces que me has contado algo de ti, entiendo que has tenido momentos difíciles y quizá no sientes que debas contarme más. Finalmente, y lo más bravo de todo, es que tu trabajo es demandante y cansado, super estresante; peor ahora que tienes que andar viajando. Imagino que, en medio de todo, hay días que no tienes ganas de ver a nadie más.
Es lo que pienso, quizá esté errado. Es como lo he percibido en este tiempo. Así te he conocido y así te tengo cariño.
-Sí yo también te tengo cariño... Y sorry de verdad. No imaginaba que hubieses notado eso...
-Entiendo, Cloe. No te disculpes. Disculpa tú más bien. Te lo debí haber dicho hace tiempo.
-Xime-
Durante el encierro por la pandemia del COVID-19 hablamos horas por teléfono. En realidad, conversamos mucho y muy poco a la vez.
La última que escribí algo, fue sobre ella. Era, en realidad, el escrito era forzado y un absurdo total: "Xime es blanca, menuda y suave que se diría toda de algodón…" y que "´pareciera que es la mejor amiga que esta tormenta me pudo regalar".
Xime, aunque si es más o menos clara, no es menuda, y menos tengo forma de saber si es suave como el algodón.
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Al quinto día de inicio de encierro la llamé por su cumpleaños y me contestó. Luego volví a hacerlo y, para mi sorpresa, lo hizo de nuevo. ¡Raro para una Millennial!
Con el tiempo hablábamos casi a diario y se convirtió en una suerte de salvavidas durante la locura que significó eso de "reinventarnos" para sobrevivir.
Pronto las llamadas se extendieron a la noche y aún recuerdo una frase que me sonó extraña:
- Háblame, te escucho.
Fue el permiso que necesitaba para abrirme y empezar a contarle sobre mi vida y mis pensamientos. A veces ella comentaba algo, pero nada más. Yo era el que se quedaba hablando y hablando, hasta que Xime se quedaba dormida.
Al inicio no me importaba. Lo curioso es que por el día nunca hacía referencia a lo que decía en las noches; estas eran sobre cómo enfrentaba su nuevo trabajo en remoto y cómo la podía apoyar en algunas cosas relacionadas con él.
-Te voy contar de...
-Nooo. No hables. ¡Solo hazme dormir!
-Pero, si tienes sueño, te corto y ya.
-¡No! Tu voz me arrulla. Pero no me cuentes nada. ¡Solo haz que me duerma!
(....)
- (Resoplidos)
clic
-¡Oye, me colgaste! ¡No pues, no me dejes!
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El ASMR fue "el descubrimiento" de la pandemia. "El término ASMR (respuesta sensorial meridiana autónoma/ Autonomous Sensory Meridian Response) es un neologismo que hace referencia a un fenómeno biológico caracterizado por una agradable sensación de hormigueo que se siente usualmente en la cabeza, cuero cabelludo o en todo el cuerpo. Se trata de respuestas a distintos estímulos visuales y auditivos con similitudes a otro fenómeno denominado “sinestesia visual-auditiva”. (Beltrán Bretones, M. T; 2016)"
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Las "conversaciones" con Xime se convirtieron en sesiones de ASMR, me limité a decirle "duerme, duerme", hacer ciertos ruidos, iguales a los que se le hace a un bebé, "acunarla" y esperar una o dos horas hasta que la escuchara roncar.
En noviembre de 2021, después de 19 meses de conversaciones reales solo por la mañana y la tarde, y tras varias jornadas de "ayuda" en sus trabajos, se me ocurrió que Xime podría ser la persona indicada para regresar a una sala de cine.
-Van a estrenar "Un mundo para Julius", la peli de Rossana Díaz Costa.
-Ah, ¡qué bueno!
-Es que te quería preguntar si quisieras ir.
-Tengo cosas que hacer. No sé cómo editar los videos para mi diplomado... Los necesito, ¿me ayudas?
-Sí, claro, ponlos en un drive y los miro.
- Bueno, si puedes para hoy, los subo.
Era un sábado. Había comprado las entradas y los "combos" en línea. Estaba contento porque los de Cineplanet aún me consideraban cliente "Black".
Al verla, mi primera intención (poco común para mí), fue querer darle un abrazo. Me contuve. Más aun cuando dijo:
- Hola, ya estás acá... ¿qué sala es? ¿ya empezó?
- Sí, este es tu combo con agua y el número de sala ya te lo mandé a tu WhatsApp ayer por la noche. La función empezó hace diez minutos.
- Pero me dijiste que era a las cuatro y diez y son las cuatro y media.
- Si ves la entrada, en realidad la peli empieza a las cuatro y treinta y cinco. Por eso quise asegurar.
- ¡Qué estresadito eres! Hey, espera un rato. ¿Ya quieres entrar? ¡Voy al baño!
- Está bien, te espero...
Xime fue a los servicios y cuando salió nos dirigimos a la sala 2.
No sé cómo, pero puede abrirle la puerta para entrar. La peli ya había empezado, me contuve y no dije nada. Le indiqué los sitios, le dije que eran desde donde se veía y escuchaba mejor. Acomodé las bandejas, desenvolví una cañita que había pedido por si acaso y se la ofrecí. Me aseguré de que la cancha no se derramara y le dejé dos tissues en la bandeja justo al alcance de su mano, pues la novedad post pandémica era que con las justas te daban dos servilletas.
La película acabó. Xime no comentó nada. Se paró antes de que yo pudiera preguntarle si le gustó, me dijo "ya vamos".
Por el pasadizo fuera de la sala empezó a contarme sobre lo mucho que le costaba incrustar los videos en Power Point pues, como siempre decía, era "mala en tecnología".
Bajamos al primer piso y antes de que le pudiera preguntar si deseaba tomar algo, me hizo sentar en una de las bancas del bulevar Mantaro y me dijo:
- Mira, estoy muy agradecida por el cine y tu ayuda. Pero siento que me estresas. Todo lo tienes como que ordenado, planificado. Eso de ceder el espacio, estar pendiente del tiempo, preguntarme si quiero algo sin que te lo pida, ponerte a la izquierda para que baje las escaleras por donde está el pasamanos. ¡Es mucho estrés!
-Disculpa.... es que no... no lo pensé.
-¿Te molestaste de que haya llegado tarde?
- Un poco. ¿Recuerdas que una vez te conté de una amiga que siempre cuando la invito llega cuando la peli...?
-¡Basta ahí! ¿Sabes? Me haces acordar a ese personaje...
-¿Qué personaje?
- ¡Ese! ¡Sí! ¡Eres como Sheldon!
-¿El de "The Big Bang Theory"?
- Recién en pandemia vi los 279 cap…
-¡Sí, ese mismo! ¡Qué estrés! Sabes, te agradezco, pero ya me tengo que ir. Quedé con mi hermano para ir a visitar a una amiga.
Fue como abrazar una columna, pero felizmente no dijo nada.
Bueno, sí:
- De repente te llamo por la noche. Necesito dormir.