En el horizonte una nube añeja se resiste a morir...
Soy yo.
(10-05-2015)
Las voces al unísono sonaban escépticas, incrédulas y, sin ellas sospecharlo, hasta burlonas. ¿Tú? ¿A tú edad? ¿No sabes lo en lo que te metes? ¿Yo no quiero eso? ¿Eso necesita mucha energía?
Entonces callé; no me animé a explicarles. Sentí que era inútil decirles que eso y más ya lo había pensado. Además, para qué decirles que lo que me pasaba. Eso que aún siendo hermoso, a veces me torturaba. Alguna vez escuché que el tiempo es cruel, pero, nunca hasta entonces lo había sentido así tan fuerte.
Ya en la calle, mientras caminaba vi a lo lejos las nubes que se pintaban de colores. Quiero volver al mar -pensé; sin embargo, regresaba a una soledad que ya no deseaba porque había visto que existía algo más... Algo que había olvidado que quería, algo que nunca pude concretar.
¿Por qué me costó tanto comprenderlo? No lo sé. Sé que fue mi responsabilidad, fruto de mis errores y mi culpa, de buscar mil refugios: el trabajo, los estudios, el debe ser. Por eso, me perdí.
Hoy, ya no quiero escuchar mi deseos en la boca de otros; el agua, el viento, tu candor, tus ojos, tus manos, tu voz y, en medio de todo, tu corazón, me dicen que aún existe un amanecer.
Y curiosamente, un amanecer nunca hemos visto, siempre ha sido el sol ocultándose. Tal vez por eso, los demás vean en mí solo "tarde noche", "tarde noche" donde el mar y el cielo se funden, "tarde noche" donde desaparecen igual que mi ilusión.
Sin embargo, hoy, quiero creer, sobre todo en mí. Y, desde el fondo de mi corazón, te ofrezco persistir, creer, no dejar, luchar y apostar por la esperanza; por un mañana a la luz de Él, con la protección de Ella.
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