viernes, 1 de mayo de 2015

Celos

Mis padres eran muy diferentes: mientras ella era alegre, todo un cascabel, él era más bien serio y parco. Aunque se amaban, les costó acostumbrarse uno al otro. Cuando mi padre enfermó y fue hospitalizado, mi mamá lo acompañaba casi a todas horas; de hecho, mi papá la tenía casi "capturada", aunque lo cierto era que ella no quería dejarlo. Así, cada vez que ella salía de la habitación, él empezaba a preguntar: "¿A qué hora viene la vieja? ¿Tardará mucho? ¿Por qué demora tanto?" Si alguien quisiera entrever qué se escondía detrás de ese interés, podría encontrar que quizás mi papá era muy exigente y demandante con mi mamá (y lo era); sin embargo, en ese baile (que es para mí es lo más cercano al matrimonio), ambos se complementaban: mientras él reclamaba más la presencia de ella; ella más sentía que debía apurarse para estar a su lado. Ambos, como esposos, eran como Fred Astaire y Ginger Rogers, ¡sincronía total! y obvio que, este "Fred", no quería perder a su "partenaire"; por eso, si alguien osaba acercarse, los celos de mi padre afloraban. Así, a lo largo de su vida tuvieron algunos episodios donde los celos de mi padre provocaban desavenencias entre ellos; el último (que yo sepa) sucedió en el hospital y demostró que, aunque mi papá aunque enfermo, nunca bajó la guardia, no con ella.
He de decir, y esto no será infidencia ya, pues mi madre me lo confirmó hace poco, que mi tío, esposo de mi tía, siempre guardó una especial estima por ella. Yo, cuando niño, lo olía; por eso, una vez boté literalmente a mi tío de mi casa, y algo así sucedió una vez en el cuarto de hospital donde mi padre yacía.
Reconozco que mi tío siempre respetó a mi papá y su manera de expresar su aprecio por mi madre era estar siempre presto a ayudarla. Finalmente, fueron mi mamá y mi tío fueron buenos amigos.
Mi papá llevaba ya varias semanas internado y mi mamá permanecía firme a su lado. También el tío... Así, una de esas veces en que mi papá notó que mi tío se quedó después de que todas la visitas se habían ido, supongo que se puso en alerta y cuando vio que cabeceaba medio adormilado sentado al lado de su cama, cerca a mi mamá. En una de esas, mi padre, aspirando con dificultad el aire, llamó a mi tío y le dijo muy a su estilo: "¡Oiga, García! Ya que tanto hace aquí, ¿no tiene su casa para dormir?"
Así era mi padre, medio celoso, ¿será que eso pasa cuando uno halla su tesoro?

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