Bailar no fue nunca mi fuerte, y no sé si lo será. Para Hong, mi amiga de práctica sabiduría oriental, bailar es una cualidad “sine qua non” al hombre que se precie de interesante. ¿Será que por eso que siempre me he considerado más bien un tipo “poco interesante”? ¿Será?
Debe ser por eso que viene a mí la escena de un sujeto más bien interesante. Es de "Scent of a woman” donde el gran Al Pacino, interpretando a un hombre ciego hace, junto a una preciosa chica, una excelente coreografía de “Por una cabeza”, el tango de los inmortales Gardel y Le Pera.
Eran los tiempos de las fiestas de antología que se hacían en casa con motivo de los cumpleaños de uno de mis padres. En esas ocasiones, este servidor, cumplía hacía feliz el papel de DJ frente (¡ahora sí!) a una "pista de baile" llena.
En esas fiestas, cuando la cosa estaba en lo mejor, siempre me gustaba sorprender a la audiencia con “algo”. Una vez se me ocurrió poner un tango. Mi papá, a quien en realidad no le gustaba bailar y generalmente seguía a mi madre, la bailarina; me miró extrañado. Él y todos se sentaron. No así un señor, invitado extranjero de mi padre, que se animó a sacar a mi mamá a bailar.
-“Con su permiso, don Carlos, ¡vamos, Fanita!”
No lo esperaba. Mi mamá sonreía, mi padre también viéndola bailar…
En realidad, la amabas mucho más, ¿verdad, pá?
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