Mi casa no es mi casa.
Mi casa tiene decenas de ambientes y a veces miles de habitantes,
casi todos en constante efervescencia y evolución.
Mi casa que reúne el calor de lo añejo y la frialdad de lo nuevo.
Mi casa, repito, no es mi casa.
Mi casa, repito, no es mi casa.
En ella casi nada es mío; sin embargo, hay muchas cosas allí para mí,
pero aún así, soy testigo de vida que crece y florece...
En ella me muevo, respiro, sueño, reflexiono, rezo, me exijo.
Es donde lo veo a Él.
Aunque también veo reír, llorar, sufrir;Es donde lo veo a Él.
pero aún así, soy testigo de vida que crece y florece...
Mi casa no es mi casa pero es, a ratos, mi refugio.
Es la que dejo cada día y es la que estoy seguro nunca poseeré.
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