Mi visita al stand de Selene en el Jirón Quilca había dado un giro inesperado… De pronto, tenía una compañera de compras animosa e interesada por la música… “Amiga, más bien, ahora que tengo ayuda…vamos a ver si encuentro otros cd’s.” Mi eventual ‘partner’ me miró, como quien dice, significativamente, y añadió: “Mira, estoy que busco una canción para mis alumnitos del cole. Una, para la actuación de Fiestas Patrias… Se llama “El festejo latino”… ¿Te suena? ¿O a ti, amiga?” Ahí sí, Selene y yo, nos quedamos en la luna…. Bueno, Selene, en estaba su elemento.
“Creo que no me suena, amiga” – dijo Selene-. “Entonces tú, amigo… ¡Tú eres mi salvación!” –dijo, mirándome con sus ojos bien abiertos y una sonrisa coqueta. Ahí empezó todo, había tocado mi ego y, cual caballero medieval, me propuse ayudar a la damisela en peligro, una tarea, que a la postre, iba a ser digamos “poco productiva”… Entonces todas mis energías se dedicaron a escudriñar en mi mente, busca que te busca el título de marras. Estaba empezando cuando la chica me preguntó otra vez: “¿Dime que la conoces?… ¿Creo que la canta Fabiola de
3º mov. Allegro deciso
La conversación terminaba más o menos así, cuando Selene, urgida por otros compradores, peguntó a la chica levantando el CD de ballet: “¿Ya, amiga, te llevas este? Entonces ella se acercó a la vendedora mientras, yo volví a mis cavilaciones tratando de dar con el tal “Festejo latino”.
La joven y Selene arreglaban la compra y se ponían de acuerdo en cómo harían si encontraba el disco de Fabiola de la Cuba, aún cuando estba que me rebanaba la mente escuché que la chica le decía en voz alta: “¿Entonces me llamas si consigues el disco de Fabiola? Te repito mi número 999 tantos” Selene, mostrando su cuadernito, le dijo: “Sí, ya anoté tu cell. Yo le digo al dueño… él lo consigue entonces, te llamo o me llamas y…” Yo no escuchaba.
La joven, por última vez, se volteó hacia mí y me dijo: “Ya pues, amigo… si te acuerdas también... tú también me llamas, ¿no?” Yo, solo atiné a murmurar: “Ah, sí sí…” pues en ese rato me encontraba repasando las compilaciones: “Lo mejor de la música criolla l y 2”… “Siempre Criollos – Selección de Oro”…”Ritmos y estilos del Perú criollo”…”Lo mejor del ritmo negro peruano”…
Finalmente, con un signo de interrogación en la cara, la chica se despidió: “¡Chau, amiga! ¡Chau, también amigo!” Yo, seguía pasando una a una las imágenes mentales de mis CD’s… “Amigo, chau…” - insistió ella- Y a continuación permaneció un rato en la puerta del stand haciendo como que miraba otros CD’s; después de un rato después, me dijo adiós con la mano… Yo, en mi cabeza, estaba empecinado en mi tarea: “Lo mejor del género Afroperuano… no sé… mmmm”. Fue entonces que Selene, poniéndose medio seria, me dijo: “Señor, ¿siempre quiere el CD?”. Además, me hacía un gesto con los ojos señalando al hombre que hacía rato le había “echado lente” a mi disco. “Ah, sí, lo llevo.”
Pagué y salí…Estaba contento, caminé tranquilo pensando en lo buena que había sido la última hora… Una chica agradable… y sabía de música… Seguía feliz cuando terminó el jirón Quilca y de pronto, mientras cruzaba la avenida, el nublado cielo limeño se abrió y un haz de luz iluminó mi cabeza… (Música de iluminación mística, please) “¡Ya está…! Pista 8, octavo disco… “Lo mejor de la música afroperuana”…de la colección ‘Lo mejor de la música peruana’… ¡Ja ja, ja!… Sale la cara Nicomedes en la carátula… ¡Sí lo tengo!… “Festejo Latino” de Carmina Cannavino y sí, cantado Fabiola de
El final, nada allegro…
Ya sé, Monique, ya te imagino diciéndome: “Por eso, no conoces a nadie nuevo… por eso, no amplías tu círculo ¿Ves…? ¡Te falta, amigo, ah! ¡Te falta!”
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