Me dijiste que en la vida todo hombre "debería tener tres cosas...", algo así como condiciones o cualidades que lo definieran como tal. Fue hace poco, pero, aunque trato de acordarme (perdona), sólo recuerdo dos:
"Todo hombre debe tener un oficio, un arte y..." Creo que no retuve la otra porque rápido añadiste: "Tu oficio es tu trabajo... Tu arte es escribir.... Escribe, pues."
"Todo hombre debe tener un oficio, un arte y..." Creo que no retuve la otra porque rápido añadiste: "Tu oficio es tu trabajo... Tu arte es escribir.... Escribe, pues."
Hoy te digo dos cosas, mi estimada: Te equivocaste y... ¡te equivocaste!
Lo mío no es escribir. Quien escribe de verdad es capaz de producir arte. Quien escribe (y lo hace bien) puede crear universos enteros, maravillosos y nuevos.
Yo, mi estimada, solo trascribo las voces que yacen en los recovecos de mi mente (y a veces en mi corazón..)
(...)
Te hablé, me hablaste, hablamos....
En realidad, siempre lo hicimos: Desde los tiempos de las conversaciones truncas a la salida del trabajo hasta estas últimas, más duras, cortadas por el dolor que las palabras producen ahora.
Te hablé, a ti y a tu mente, y sentía que me escuchaba con entusiasmo.
Te hablé, a ti y a tu corazón, y intuía que me acogía aunque no siempre reflejara mis palabras.
Te hablé y tu sonrisa y tus mirada me lo agradecían....
Te hablé y me sorprendía de lo fácil que resultaba...
Por eso, creo que te hablé hasta cuando mis palabras te adormecían.
Te hablé y hoy, en tu prioridad, solo queda...
(Silencio)
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